|
Columna

La búsqueda del Santo Sepulcro

EVANGELIZACIÓN, EDUCACIÓN Y CULTURA

    Insistente búsqueda de una utópica esperanza, superar las limitantes barreras del final de la existencia, la ilusión de encontrar el anhelo de todo ser humano, la vida plena, más allá de la inexorable medición del tiempo en el caminar por este mundo, con la realidad del constante deterioro de la corporalidad.

    Esparcidos en variados instrumentos de la creación del ingenio humano, se establece la búsqueda de la idealización de un utópico mundo, en donde todo apunta a una existencia donde serán vencidas limitantes vigentes en la realidad: La utopía de un mundo ideal.

    En un lugar llamado Belén, una luz resplandeció en medio de nocturna oscuridad, una celeste estrella anunciaba un ancestral gozo, anunciando la esperanza a una humanidad aquejada por las amarguras y deficiencias causadas en la humana naturaleza; un cantico de paz para los hombres de buena voluntad.

    Una trágico muerte marcaría, más adelante, el final de aquel recién nacido, la saña de la ambición y del odio se harían presentes para darle muerte. Pero al tercer día resucito.

    Con el paso del tiempo a causa de la barbarie de la brutal represión de los romanos a los ímpetus libertarios del pueblo judío, causando la destrucción de la ciudad de Jerusalén, con su majestuoso templo y todos sus entornos, se perdió la exacta ubicación de los lugares donde ocurrieron los grandes misterios de la fe cristiana.

    La esperanza, la fe y la ilusión se concentran en la búsqueda del lugar donde, después de muerto, Jesús resucito, del lugar donde culmino la obra salvífica de la humanidad, convirtiéndose en inquietud por encontrar los lugares emblemáticos del encuentro con su fe, acompañando a los seguidores del Divino Maestro, quien con su muerte dio su vida a la humanidad.

    Fue en el mandato imperial de Constantino el Grande, en el siglo III, cuando el imperio abrazo la fe católica, después de una legendaria visión, al mismo emperador, a quien se le apareció una cruz en los cielos, con la leyenda, “Con este signo vencerás”, empezando así el reconocimiento de la fe cristiana, como un ente social.

    Aún sin los medios y de la precisión científica de la actualidad y estando en discusión perpetua su precisión, con los medios y las posibilidades de su tiempo, la emperatriz madre del emperador, Santa Elena, se dio a la tarea de lanzarse a la búsqueda y al rescate de los lugares santos para le fe cristiana.

    El lugar santo donde Jesús fue sepultado, uno de los sitios más sagrados para la fe de los cristianos, hoy es conocido como, la Basílica del Santo Sepulcro, alberga el sitio donde la fe cristiana se congrega, como puerta de entrada a la esperanza de la vida plena inaugurada por el divino salvador en su resurrección.

    Aun cuando debe de continuar la inquietud científica por ubicar el lugar exacto de este acontecimiento, más allá de ello, la fe se edifica sobre el dato revelado, en el cual con san Pablo podemos afirmar: “Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra Fe”.