Nacido en el seno del judaísmo, el término jubileo expresa en el contexto de las religiones cristianas más antiguas, como son la iglesia ortodoxa y la iglesia católica, como una alusión del año sabático en la a la celebración del tiempo entre los judíos.
Como concepto, el jubileo también es llamado año jubilar, que dentro de la celebración litúrgica del tiempo alude a la versión de la tradición sacerdotal, en la redacción del Génesis bíblico, según la cual la creación del cosmos se realizó en una semana de tiempo, culminado el séptimo día y comprobando que todo estaba bien hecho.
Las raíces de este término se remontan a la época judía de su estancia en el desierto, designando un cuerno de cordero llamada yobel, que era usado como trompeta para anunciar un año especial, dedicado a Dios y a quien se le pertenecía.
Otra referencia a este término, como jubilo, se encuentra en la traducción de la biblia al latín, realizada por san Jerónimo, llamada la vulgata, aludiendo al tiempo cuando Jesús aún estaba en este mundo, según esto, es término tiene una concepción del gozo y la alegría experimentada por los pastores con el nacimiento de Jesús. Con esta palabra, jubileo se designaría un año especial dedicado a Dios.
Para los judíos la celebración de un año jubilar era una toma de conciencia se sus orígenes históricos, cuando fueron esclavos e Egipto y fueron liberados por la intervención divina, alcanzando la libertad y la posición de su propia tierra.
En el pueblo judío el paso a la libertad era celebrado con un ritualismo, según, la versión sacerdotal, haciendo alusión a el séptimo día de la creación. De esa manera se contaba una semana de años, siete años, al término de ella, el último año, se dejaba descansar, a la tierra, se liberaban a los esclavos.
Después de siete semanas de años, es decir 49 años, el año 50 era designado como año jubilar de gracia, y las propiedades eran recuperadas.
En el cristianismo fue en el año 1300 cuando el Papa Bonifacio VIII promulgo el primer Año Santo, partiendo de la fecha del nacimiento de Jesús, para celebrarse cada 50 años a partir de entonces, uniéndose a esta celebración el año 33 de cada siglo en memoria la celebración del inicio de la redención. Después la celebración de este jubileo llamado ordinario se recortó a cada 25 años. En este caso este año 2025 es año jubilar ordinario.
Aparte de los jubileos ordinarios se instituyeron los jubileos extraordinarios, evocado acontecimientos significativos en la vida de la iglesia, como el milenio del nacimiento se san Pablo o el año sacerdotal con el nacimiento del cura de Ars.
Un año jubilar inicia en la víspera de la navidad de ese año litúrgico, después de ser convocada la iglesia por medio de una bula pontificia. El sumo pontífice da inicio con una ceremonia en la basílica de san Pedro, abriendo una puerta llamada puesta santa, que permanecía cerrada todo el tiempo fuera de ese año, mientras otros cardenales, designados por el Papa, llevan a cobo esa misma ceremonia en las otras basílicas mayores, que son; San Pablo extramuros, San Juan de Letrán y Santa María la Mayor.
Por una concesión, extendiendo esta gracia a toda la iglesia los obispos, en su catedral diocesana, también llevan a cabo esta ceremonia y designan algunos templos donde se pueden alcanzar estas gracias jubilares.