Creí que mi propia muerte
era la que me daba miedo.
¡Qué equivocada estaba!,
la que me da pavor
es la de mi pareja,
mi compañero de tantos años.
¿Qué haré si la oscuridad me invade?
¿Cómo sería sobrevivirle?
Somos compañeros y estamos unidos
hasta en el presentimiento de la muerte.
Ahora entiendo:
No duele tanto irse, sino quedarse.