"'El tambor' de Günter Grass"
Fue en los 70 cuando Günter Grass, nacido el 16 de octubre de 1927, en la ciudad polaca de Gdansk, dio a conocer la que es considerada su obra cumbre: "El tambor de hojalata", la historia de "Oskar", el niño que no quería crecer y que neutralizaba el impacto de las decepciones de una vida dura y sin amor, blandiendo su instrumento y gritando hasta romper los vidrios a quien quisiera quitárselo.
La historia se convirtió en un filme inolvidable, bajo la dirección de Volker Schlöndorff, quien visiblemente conmovido por el fallecimiento de Grass, ocurrido el pasado 13 de abril, dijo:
"La máquina de escribir era su tambor de hojalata. Sabía cómo usarla. Fue la voz de Alemania que llamó la atención del mundo poco después de la guerra".
David Bennent, quien tuvo a su cargo el protagónico de "El tambor", publicó en su cuenta de Twitter fotos del rodaje, junto a Grass, por entonces el hombre fornido y con ese bigote enorme que fue en la juventud, al tiempo de dar a conocer una entrevista donde con orgullo se describe como quien "encarnó a 'Oskar' en la versión cinematográfica del libro de Günter Grass".
También la Canciller de Alemania, Angela Merkel, lamentó el fallecimiento del escritor, aun cuando en varias oportunidades las críticas hacia ella por el también autor de "Pelando la cebolla", "La caja de los deseos" y "De Alemania a Alemania. Diario, 1990", entre otros, fueron feroces y directas.
Porque hay que decir que hasta el último momento, este amante del buen vino, las comidas copiosas y la filosofía, peleó por sus ideas y se defendió de ataques letales hacia su figura por aquellos que lo consideraban un filonazi y que quisieron incluso que se le retirara el Premio Nobel, obtenido en 1999.
"Con la muerte de Günter Grass, Alemania pierde a un artista del que me despido con profundo respeto. Él acompañó y marcó como pocos la historia de la posguerra en Alemania con su compromiso tanto artístico como político y social", dijo la líder cristianodemócrata, cuyo papel central en la Europa del Siglo 21 estuvo siempre cuestionado y condenado por el escritor.
Así como fue crítico de Israel (país que le negó la entrada y prohibió la difusión de sus obras), también fustigó el nuevo papel del continente europeo en poemas como "La vergüenza de Europa", donde lamentaba que Grecia, por deudora, haya sido puesta en la picota y desposeída de sus derechos.
Grass acusó a Europa de dar de beber a Grecia de la copa de cicuta, en alusión al destino del filósofo griego Sócrates, y de alejarse del país que sirvió de cuna a la civilización europea.
Fue crítico de las autoridades israelíes y del papel que esta nación comenzaba a jugar en el tablero internacional, siempre en contra de la paz y negando reconocimiento al Estado Palestino.
En su poema "Lo que hay que decir" consideró que Israel "pone en peligro una paz mundial ya de por sí quebradiza" y quería sacar a Irán del mapa, lo que llevó al Ministro del Interior hebreo, Eli Yishai, a prohibir su entrada al país, un hecho que Grass equiparó a las maniobras represivas que se ejercían en la RDA durante la Guerra Fría.
"No es un antisemita", clamaron entonces el crítico literario Marcel Reich Ranicki y el cineasta Volker Schlöndorff, al tiempo que en 2012 el poeta Juan Goytisolo le dedicaba su premio Spiros Vergos, concedido por el Festival de Escritores de Praga a la libertad de expresión.
"Tiene todo el derecho a que se respete su opinión. Me pareció muy justo dedicárselo, aunque vaya a contracorriente", dijo el escritor barcelonés, que se autoexilió en Marruecos en la década de 1960 por sus discrepancias con el régimen franquista.
El nazismo fue la sombra de Günter Grass. En "Pelando la cebolla", revela haber pertenecido a las juventudes hitlerianas (Waffen-SS) y estar avergonzado de ello. El experto en literatura Hanjo Kesting consideraba, ante ese hecho, que la literatura del autor alemán funcionaba como "un ejercicio de penitencia de toda una vida".
En su juventud muy pobre, escribió "El tambor de hojalata" en París, durante tres años, y con ello, según la Academia Sueca que le otorgó el Nobel en 1999, hizo renacer la novela alemana del Siglo 20, aunque su obra diversa y prolífica, con piezas de teatro, de ballet, aforismos, ensayos y novelas, dejó la impronta eterna de un artista multifacético que también pintaba, dibujaba y esculpía.
Entre los títulos destacan novelas como "Años de perro" (1963) y piezas de teatro como "Los plebeyos ensayan la Revolución" (1966).
Su obra en español está en Alfaguara, la editorial que emitió un comunicado lamentando el deceso.
"Su principal traductor en español, Miguel Sáenz, ha transmitido siempre la calidad de la obra del escritor con gran respeto y voluntad. Gracias a su entusiasmo y profundo conocimiento del autor, contamos con una Guía de Lectura de la Obra de Günter Grass, que el traductor ha preparado para que los lectores se adentren en las claves del Nobel alemán", dice el boletín.
"Nadie se arrepentirá, nunca, de haber leído a Günter Grass. Quizá se haga mejor persona, tal vez afine y temple su gusto literario, acaso se vuelva anarquista y puede ser que cobre conciencia de la importancia de vivir, de vivir hasta las últimas consecuencias
Lo difícil, ante la obra descomunal de Grass, es saber por dónde empezar", afirma Miguel Sáenz de Günter Grass, el autor que en 2014 cedió generosamente algunos de sus trabajos de grabado para la edición de la novela inacabada de José Saramago, "Alabardas".