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Columna

El Santo Rosario

EVANGELIZACIÓN, EDUCACIÓN Y CULTURA

    Universalmente es aceptado el rezo del Santo Rosario, como la oración mariana por excelencia, llamado en épocas remotas el salterio de la virgen, alusión hecha a los bíblicos 150 salmos, por las 150 veces que se repite el avemaría en el rosario completo. Nació de la devoción popular, asentándose a través del tiempo, hasta ir tomando la forma tan conocida por todos nosotros.

    Se le atribuye a santo Domingo de Guzmán el ser fundador de esta alabanza mariana, pero su origen se pierde en el horizonte de los siglos. Es a principios del Siglo 12 donde encontramos los primeros rastros de la devoción del rezo del avemaría, formando esta plegaria con el saludo angélico a María en la anunciación, relatado por san Lucas, en el capitulo primero de su evangelio, este saludo fue unido por la piedad popular a la salutación de santa Isabel; “Bendita eres entre...”.

    En el Siglo 12 aparecen casos aislados de esta oración, como el de los monjes Reginaldo de Clervaux y Oliverio, quienes la repetían constantemente. En 1198 el obispo de Paris, Eudes Sully, es el primero en exhortar al pueblo a recitarlo de manera continua, junto con el padrenuestro y el símbolo de los apóstoles y medio siglo más tarde se convierte un una costumbre generalizada, en Francia, Bélgica, España e Inglaterra, en esta época, santo Domingo ya desplegaba toda su predicación.

    “Más que con palabras, santo Domingo, con su ejemplo” enseño esta forma de oración, según el texto del tratado de “Las nueve formas de hacer oración”, de santo Domingo, en ellas narra, como este santo acostumbraba arrodillarse constantemente, tanto dentro, como fuera de su casa mientras “hablaba para sus adentros”.

    En el Siglo 14, Galvano Della Fiama, afirma que los dominicos acostumbraban a arrodillarse unas 100 o 200 veces al día, mientras rezaban el avemaría. Podemos concluir que, en el Siglo 12, fue santo Domingo el gran difusor de la devoción de repetir el rezo del avemaría, una costumbre ya existente, pero de manera aislada.

    El primer rosario, respaldado por un documento oficial de la Iglesia se ubica en el año 1235, con la Bula de Benedicto IX, cuando aprueba la orden de la Milicia Dominicana, mandando rezar por cada hora canónica, siete padrenuestros y siete avemarías, los cual sumaba 49 padrenuestros y avemarías diariamente; fue el primer rosario oficial de la historia.

    En cuanto al elemento material utilizado para contar las avemarías y los padrenuestros; originalmente también existen estos instrumentos en otras religiones, como los budistas y los mahometanos, quienes usaban cuerdas con determinado número de nudos o bolitas adheridas para ser usadas como contador. Se supone que el primer contador natural de las avemarías fueron los dedos de las manos, de ahí se sugiere que haya prosperado su número de diez en diez. El primer contador relatado fue, en la muerte de fray Romeo de Llivia, quien sostenía una cuerda de nudos utilizada para contar los padrenuestros y avemarías.

    El santo rosario estructurado como actualmente procede de Alano de Rupe, quien añade el tema de la meditación en los misterios llamados; gozosos, dolorosos y gloriosos de nuestra fe cristiana. Las letanías son aprobadas por el Papa Sixto V, en el año 1538 y son llamadas Lauretianas, porque se rezaban en el santuario de Nuestra Señora de Loreto.