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Columna

El poder de la intercesión

    Para saber

    “Cuando tú oras por otros, Dios te escucha y los bendice; cuando tú estás seguro y feliz, alguien ha orado por ti”. Esta frase que leí, nos recuerda lo poderosa que es la oración de intercesión. A ello se refirió el Papa Francisco en su reciente audiencia al reflexionar sobre las personas consagradas: monjas y monjes, hermanas y hermanos que renuncian al mundo y a sí mismos para imitar a Jesús en el camino de la pobreza, la castidad y la obediencia para interceder a favor de todos. Pero cabe preguntarse: ¿cómo puede la gente que vive encerrada en un monasterio ayudar al anuncio del Evangelio? ¿No sería mejor que salieran del monasterio para anunciarlo?

    El Papa Francisco responde que la oración de los monjes es oxígeno para todos los miembros del Cuerpo de Cristo, su oración es la fuerza invisible que sostiene la misión. Por ello, no es casualidad que la patrona de las misiones sea una monja: santa Teresita del Niño Jesús. Ella descubrió que su vocación era amar, pues sin el amor los apóstoles ya no anunciarían el Evangelio y los mártires se negarían a derramar su sangre.

    Para pensar

    El actual Arzobispo de San Luis Potosí (México), Mons. Jorge Cavazos, relató lo que él mismo definió como un milagro por intercesión de la Virgen en una niña que padecía una enfermedad incurable. Sucedió cuando era Obispo de San Juan de los Lagos.

    Abigail Campos tenía 4 años cuando empezó a estar enferma: se sintió decaída, tuvo convulsiones y vómitos. Le diagnosticaron encefalitis autoinmune, enfermedad del sistema nervioso que no tiene cura. La niña estuvo intubada e inconsciente por 15 días. Al salir del hospital, los padres de Abigail y la niña, con mucha fe en la Madre de Dios, fueron a rezarle a la Catedral de San Juan de los Lagos. Cuando el Arzobispo pasó ante la niña con la imagen de la Virgen, la madre puso la mano de la pequeña sobre la imagen mariana, ella abrió bien los ojos y se quedó mirándola unos instantes. “Todos notamos que hubo una conexión mágica entre la niña y la Virgen”, comentó su papá. Todos alrededor estaban conmovidos hasta las lágrimas.

    A su vez, Mons. Cavazos comentó que sintió que la Virgen le decía que fuera donde estaba la niña: “Ella estaba rogándole a Dios por esa niña... Bendito sea Dios que a través de ella nos concede este milagro”.

    Cuando subieron al auto de regreso a casa, Abigail sonreía, algo que no había hecho en 34 días. Dos semanas después estaba completamente curada. “Dios, porque nos ama tanto nos ha dejado una presencia hermosísima que es la Virgen de San Juan y hay que disfrutarla”, concluyó el Prelado mexicano.

    Para vivir

    Pedir unos por otros tiene mucha eficacia porque no depende de las fuerzas humanas, sino del poder de Dios que escucha las peticiones y concede su gracia. Por ello, quienes tienen la vocación de dedicarse a la oración, dice el Papa Francisco, son fuerza para la Iglesia y los grandes evangelizadores. De aquí viene la costumbre de que la gente, cuando encuentra a un consagrado o consagrada, le pide: “Reza por mí”.

    Al rezar los unos por los otros, incluyendo por los que no rezan, no olvidemos que la Virgen intercede, como buena Madre, por todos nosotros, sus hijos. (articulosdog@gmail.com)