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Columna

El peso de vivir en la tierra y David Toscana

EL OCTAVO DÍA

    Este año fui parte del jurado del premio Mazatlán de literatura y logramos llegar al acuerdo de reconocer la novela del escritor regiomontano avecindado en Madrid, David Toscana.

    El especial título alude a la fuerza de gravedad que mató en 1971 a tres cosmonautas soviéticos... y al tremendo peso de vivir en este planeta.

    El peculiar peso de vivir en la tierra puede afrontarse con imaginación y literatura: David Toscana en su novela hace al lector alzarse a esos momentos donde un libro nos genera la sensación perfecta de escape, disfrute y revelación.

    Sus temas, posesiones y recursos siguen intactos y su prosa nos sigue dejando impávidos. Ahora se adentra en el alma rusa a través de su literatura, de esas “pobres gentes”, a la manera de Chejov o atormentadas a lo Dostoievski, que lo mismo viven en San Petersburgo o en Monterrey junto al río Santa Catarina, atrapadas en el mismo roer de los huesos de la vaciedad y la rutina.

    Las referencias y guiños a las grandes piezas de la literatura rusa y soviética están al por mayor, pero no se ocupa ser erudito para adentrarse, ya que David nos va orientando en el camino a la hora de proponer a un personaje poseído que lo mismo admira a Raskolnikov que a los cosmonautas soviéticos.

    Irreal, onírica, loca e irritante como “The Joker” o “The king of comedy” de Scorsese, alucinante a ratos como El último lector, en esta novela David es más David que nunca, y aunque a veces siento que otra vez repite algunos recursos, para los que ya estamos jugando su juego como narrador les permitimos que nos vuelva a envolver con sus trucos, fiel a su estilo y apuesta narrativa.

    En el año del centenario de Ricardo Garibay, Premio Mazatlán de literatura en 1966 por “Beber un cáliz”, la narrativa vuelve hoy con este escrito pleno de dureza y capacidad de descontento ante la rutina avasallante que nos atosiga.

    Nadie sale indemne luego de leer esta bizarra distopia, donde la escritura logra vencer las leyes de la gravedad y la realidad, tal como se lo proponen sus bien logrados personajes.

    Mi compañero del jurado, Braulio Peralta, sostiene lo siguiente:

    “Decía Fernando Benítez que existen los escritores cuyas obras literarias son, por sus temas: locales, municipales, estatales; obras de un país. Obras que pocas veces llegan a ser universales. Hoy Monterrey se apropió de los escritores rusos y el mundo se estremecerá con la historia escrita por David Toscana. Moscú y San Petersburgo se hermanan con México y Toscana es el responsable, hoy Premio Mazatlán de Literatura.

    Toscana, continúa Braulio, usa las comillas a favor de las citas de escritores cómo Chéjov, Gogol, Tolstói o Dostoyevski, entre otros: se burla de los plagios literarios con que se han escrito la mejores páginas de la historia universal de las infamias, propias y ajenas, de que está escrita la literatura en todo el mundo. El peso de vivir en la tierra es un ejemplo que abre nuevos horizontes.

    Añade que “Desde Las Bicicletas, su primer libro, a El peso de vivir en la tierra, David Toscana es una trayectoria literaria a quien se le debía el Mazatlán, y muchos otros premios que esperemos empiecen a ser internacionales. Porque Toscana es un autor de crecimiento artístico imparable”.

    Eve Gil, la voz femenina y feminista de este galardonó añade que “Toscana no se limita a hacer un homenaje a los clásicos rusos, los resucita, nos los trae hasta el lugar más remoto que pudiera existir de aquella Rusia gélida y suspendida en la incertidumbre.

    “No creo extralimitarme al afirmar que Toscana ha escrito su propio Quijote, y además de emocionarnos con la locura de sus personajes, nos invita a participar de ese festín que solo los clásicos rusos pueden materializar, más allá del tiempo y el espacio.

    No dejen de buscar este libro, leerlo e interiorizarlo.