El paciente exigente

    Así como hay el cliente exigente, el alumno exigente, el empleado o el patrón exigente, también existe el paciente exigente que acude al hospital o a consulta. Se caracteriza por tener una necesidad de solucionar sus problemas rápidamente, y por lo general no es muy respetuoso al pedir ayuda, en casos la exige groseramente.

    Las conductas más comunes en un paciente exigente son: busca resultados inmediatos y espera ver el cambio drástico desde la primera sesión, desde la primera toma del médicamente, o en el caso psicológico desde la primera sesión con el terapeuta, y es común que dejen la terapia antes de que comience a tener efecto.

    Son personas que tienen la creencia de que las consultas psicológicas son una pérdida de tiempo, pero lo incongruente es que piden cita y van a consulta. Trata de desacreditar al terapeuta y mostrar que es un sabelotodo sin tener estudios de salud mental. Esto puede significar que el paciente tiene miedo de no tener la situación bajo control y su mecanismo de defensa es anular al psicólogo.

    ¿Cómo actuar con un paciente exigente? En primer lugar, explicar al paciente que los cambios significativos van a tomar tiempo. Debemos definir la fecha en la que supuestamente será notable la mejora, para ayudar al paciente a sentir que todo está bajo control, siempre y cuando él coopere, algo muy importante: identificar y abordar las creencias de pensamiento que pueden estar impulsando su impaciencia y su deseo de soluciones rápidas.

    Y sobre todo dejar en claro, que su participación contribuirá grandemente a obtener cambios positivos en su proceso. No existen varitas mágicas, es un trabajo en equipo, el psicólogo le proporcionará las herramientas para identificar y trabajar sus emociones en las cuales tiene que trabajar.

    Si el paciente está de acuerdo en colaborar, esto garantizará en gran porcentaje a una cura y en un tiempo corto se verán los resultados, el paciente de nuevo tendrá esa paz que fue perdiendo en su proceso de vida.

    El 80% de psicólogos confirma haber tenido por lo menos a un paciente difícil en su consultorio o clínica privada, los pacientes enfadados, negativos, que no cumplen con las indicaciones, los manipuladores, los mentirosos, los impacientes, son difíciles de tratar y el psicólogo deberá crear una estrategia para tratarlo y conseguir cambios de conducta significativos para el paciente.

    Casi el 70% busca los síntomas de su molestia por Internet antes de llegar a la consulta. Este hábito puede impedir el proceso de terapia, sobre todo el paciente hipocondríaco. Hay un término para la tendencia de diagnosticarse los problemas de salud por sí mismo con ayuda de Internet – cibercondría-.

    Un cibercondriaco se atribuye de forma mecánica todas las patologías que puedan ser compatibles con algún síntoma presente. Está seguro de que tiene un problema grave que requiera una solución inmediata. Tiene miedo a padecer. Somete al autoanálisis y exagera los síntomas. Demuestra alto nivel de ansiedad.

    El paciente manipulador tiene un talento innato de ver los puntos débiles de otras personas y aprovecharse de ellos con fines de recibir servicios de salud instantáneamente, lo cual puede tener un impacto devastador en el proceso del tratamiento.

    Está seguro de que no hace nada malo, causa sentimientos desagradables como culpa o enojo, demanda recibir los mejores servicios de salud instantáneamente, demuestra un comportamiento descontento (expresiones faciales, tono de voz brusco, gestos, etc.) para conseguir lo que quiere.

    Lo importante es ayudar al paciente a comprender cómo su comportamiento impide su propio progreso terapéutico y ayudarle a desarrollar nuevas estrategias para solucionar el problema.

    Un paciente irresponsable puede pagar por un curso de terapia pero faltar a las sesiones. El 50% de los psicólogos se ha enfrentado con este tipo de pacientes. Lo sorprendente es que estos pacientes se ven extremadamente motivados al principio, pero todo cambia cuando llega la próxima vez para tener la consulta. Llegan a la cita con mucho retraso de forma recurrente, no presentarse a la cita sin avisar al especialista, cancelar la consulta en el último momento.

    Existe también el paciente que es resistente al cambio. El término “resistencia psicológica” fue introducido por Sigmund Freud en 1885. El miedo a enfrentar momentos traumáticos de la vida y asumir la responsabilidad por uno mismo puede ser abrumador.

    Las conductas más comunes en un paciente resistente son, ocultar algunos detalles de la historia, tener miedo de ser juzgado, resistirse a probar nuevas actividades de terapia, y sobre todo, estar reacio a salir de su zona de confort.

    Los terapeutas deben informar al paciente de lo que están observando y sugerir trabajar en creencias ilógicas que puedan estar impidiendo el cambio. Si el paciente sigue resistiéndose, preguntar qué lo llevó a buscar ayuda en primer lugar, esto puede ser útil para avanzar en el tratamiento.

    Estar dispuesto a colaborar con el terapeuta e involucrarse activamente en su propio proceso ayudará y garantizará un buen tratamiento, y esto nos llevará a crear un verdadero compromiso con su persona y facilitará el plan de acción acordado con el terapeuta.

    Incluso el paciente cooperador realiza actividades adicionales fuera de las sesiones de terapia para lograr los mejores resultados posibles. Un paciente colaborador es un paciente agradable para interactuar, que posee habilidades altas en inteligencia emocional y es fácil de fidelizar.

    Este tipo de paciente demuestra su verdadera gratitud por los esfuerzos del especialista. Su actitud positiva contribuye significativamente al tratamiento y ayuda a obtener los mejores resultados posibles. En resumen, el paciente colaborador puede considerarse como el paciente ideal debido a su compromiso y participación activa en su propio cuidado de salud mental.