No son un termómetro confiable, pero los premios literarios son una pulsación vibrante y constante de lo que sucede en la literatura de una región.
La poesía sinaloense en los últimos 10 años ha dado un saldo positivo. Se han llevado a cabo ediciones y reediciones a nivel nacional. Recientemente la editorial Andraval creó la colección Punto Luminoso, que recopila buena parte del trabajo de los poetas actuales.
Dije saldo positivo y no cuántico porque el trabajo que estamos viendo hoy emerger siempre estuvo ahí, sólo faltaba llegarle su hora.
El Premio Aguascalientes de Poesía es uno de los más reconocidos y cuantiosos a nivel nacional en su género. En menos de 10 años lo han obtenido tres libros de autores sinaloenses. En 2007 fue El deseo postergado, de Mario Bojórquez; en 2011 Cuenta regresiva, de A.E. Quintero y en este 2015 Teoría de las pérdidas, de Jesús Ramón Ibarra, hecho que ha llenado de satisfacción a muchos de sus coetáneos y acaba de entregársele la semana pasada.
Dos de ellos han ganado previamente el Premio de Poesía Clemencia Isaura, el primero fue Jesús Ramón, quien lo obtuvo dos veces, en 1994 y 1997. Él nació en Culiacán, Sinaloa, el 29 de julio de 1965 y ha ganado el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen 2006, en poesía, por Crónicas del Minton'Playhouse y los Juegos Florales de San Román, Campeche.
Mario Bojórquez (Los Mochis, Sinaloa; 1968) ganó el Clemencia Isaura en 1995 y es autor de libros de poesía, ensayo y traducción, y su obra ha obtenido diversos reconocimientos, como el Premio Estatal de Literatura de Baja California (1991), el Premio Nacional de Poesía Enriqueta Ochoa (1996) y el Premio Bellas Artes de Ensayo Literario José Revueltas (2010).
Recientemente, Mario recibió el Premio Alhambra de Poesía Americana (2012) y al momento de escribir estas líneas andaba en la Feria del Libro de Buenos Aires, presentando una colección editorial que él coordina.
El otro sinaloense en ganar el Aguascalientes es Alfredo E. Quintero, quien nació en Culiacán, Sinaloa, en 1969. Estudió lengua y literaturas hispánicas en la FFyL de la UNAM y es Premio Nacional de Poesía Enriqueta Ochoa 1996. Fue finalista del Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe en 2007 y del Premio Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma en 2010. Obtuvo el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2011, por Cuenta regresiva.
Él ha tenido poco contacto con Sinaloa últimamente y lo invitamos a una pasada FeliMaz; lo lamentable fue que tuvo antes un aparatoso accidente automovilístico del cual ya se recuperó. Otros poetas no sinaloenses que han ganado primero el Clemencia Isaura y luego el Aguascalientes fueron Jeremías Marquines y Christian Peña, quien ganó aquí en el año 2011 -y hasta perdió el cheque durante la fiesta- y se mereció el Aguascalientes el año pasado.
Un caso especial en 1996 fue Luis Armenta Malpica, gran poeta que fue descalificado precisamente porque envió el mismo libro con que el que había ganado antes aquí el Clemencia Isaura.
Confesó que desconocía esa regla y, como bien señaló, con sólo cambiarle el título a su libro le hubiesen premiado sin darse cuenta. El libro se llamaba Voluntad de la luz y su sitio fue ocupado por Balanza de sombras, de Antonio Deltoro.
Esto nos confirma que el Clemencia Isaura ha cumplido su función de abrirle camino a jóvenes escritores y enseñarles a volar. (De hecho, el primer avión que tomó en su vida Jesús Ramón Ibarra fue en 1992, cuando fue jurado del premio y viajó a Guadalajara para entrevistarse con los demás integrantes por cuenta de Codetur, hoy Instituto de Cultura, Turismo y Arte de Mazatlán, quien ha resguardo esta noble tradición).
Felicidades a todos ellos y enhorabuena porque el diapasón de la poesía sinaloense resuena muy vivo y bien alto. Tres veces un mismo premio nacional es una noble y orgullosa estadística.