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"El Octavo Día"

"Tiempos decembrinos"
EL OCTAVO DÍA

    TIEMPO DE ARRAYANES: Con diciembre, el frío y la Navidad, vienen las cosas dulces. Por un lado grandes momentos con la familia y las mandarinas, los dátiles con miel, el alfajor y las gomitas, los buñuelos con miel o leche azucarada. Las gorditas con champurrado en la madrugada o los churros escarchados de azúcar en el parque Zaragoza. El ponche de frutas perfuma las casas con el burbujeante aroma de la sidra o el oscuro sabor del higo. Los árabes dicen que disfrutar un higo equivale a comer mil flores.
    Pero también es el tiempo de los arrayanes, palabra que también nos vino de la lengua de Mahoma y el poeta Omar Khayyam. Los arrayanes, esa fruta amarilla y de sabor ácido, astringente y capaz de encender al sentido del gusto. En Sinaloa usamos un adjetivo para definir ese saborcito que no registran los diccionarios: agarroso.
    A nadie se le ha ocurrido asociarlos con la Navidad. Las cañas, mandarinas y tejocotes son personajes infaltables en las posadas. El ate de guayaba se come en estas fechas junto a los cubiertos de fruta y esas interminables bolitas de caramelo con semilla de anís al centro.
    El tiempo de felicidad también es tiempo de arrayanes. No a cualquiera le gustan, pero hay que saber disfrutarlos o al menos soportarlos sin amargura. De nosotros depende ignorarlos, hacer gestos ante ellos o ponerles un poquito de sal y picante para hacerlos más estruendosos.
    Y eso, nos guste o no, es una de las pequeñas cosas que le dan sabor a la gran fiesta de la vida.
    TIEMPO DE MARATÓN: Pero en diciembre no todo es placer gastronómico. Una tradición seminavideña que tenemos ya es el Maratón Pacífico. Este maratón pone a Mazatlán en un mapa único y se inserta en la tradición del buen deporte: el cuerpo como templo del espíritu, la salud para la mente sana y la unión de diferentes culturas y nacionalidades por la invocación de una competencia.
    Hace días, en un canal de historia en la TV me devoré en un especial sobre la batalla de Maratón, en la legendaria costa de Ática, cerca de Atenas, donde los griegos derrotaron la invasión persa del Emperador Darío, contemporáneo también del profeta Daniel, el de la cueva de los leones. Esto fue el 13 de septiembre del año 490, antes de Cristo.
    Conocía la historia de la gran carrera, cuando un soldado tuvo que recorrer la distancia a Maratón para avisar la noticia del combate, cayendo muerto al llegar. La verdad, desconocía que también durante la batalla las falanges habían tenido que aventarse una tremenda correteada cargando escudo, espada y demás arreos marciales bajo el sol de mediodía.
    TIEMPO DE REDECORAR LOS NACIMIENTOS: En las redes sociales hubo polémica por la declaración del Obispo de Roma de que no hay pruebas de que la Sagrada Familia se refugiase en una gruta, entre un asno y un buey. Eso no es noticia: desde cuando que se ha dicho que esa información proviene de los Evangelios apócrifos.
    "Apócrifo" no significa necesariamente falso, sino más bien, oculto. Por lo general, se aplica entre nosotros para definir lo falsificado. En el caso de los Evangelios se entiende por textos que narran la vida de Jesús sin ser reconocidos en el canon de la Iglesia. Sin embargo, algunos de ellos tuvieron influencia reconocida en los orígenes del cristianismo.
    La versión de que José y María se refugiaron en una gruta, tal como puede apreciarse en las pinturas de la antigüedad, aparece en el Protoevangelio de Santiago, en el cual se añade el brillo de la estrella, y la circunstancia de que, tres días después, se trasladaron a un establo y pusieron al niño en un pesebre, sitio en donde fue adorado por el asno y el buey, detalle que aparece en miles de estampas y cumpliría con la profecía de Habacuc... Lo curioso es que los más molestos por la omisión es raza que no va a la Iglesia y no entiende la Navidad. (¿?)