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"El Octavo Día"

"Roberto Pérez Rubio viene volando"
EL OCTAVO DÍA

    Grato es que se dé homenaje a un artista y un promotor de las artes: Roberto Pérez Rubio ha salido una vez más al mundo.
    Temperamento y templanza, creativa fuerza de la naturaleza y encendida humanidad artística, Roberto representó para muchos de nosotros el papel de "el viejo de la tribu", el amigo que compartía su magia secreta, su mundo rebelde y también su actitud del último ladrón del fuego.
    Su diálogo incéndiante, cáustico y lleno de citas y referencias, era una brisa refrescante y corrosiva en el ambiente de entonces que se negaba a despertar de un marasmo de décadas.
    Ahora podemos ver, gracias a Noroeste dentro del proyecto NorArte, parte de su obra y la de otros creadores en los pasillos de La Gran Plaza.
    Desde un punto de vista totalmente externo, afirmo que NorArte está llegando a una madurez positiva que creará una sinergia en torno a sí. Originalmente era una expo masiva que convertía en galería a la parte alta del edificio de esta casa editorial: celebro que hayan corrido el riesgo de hacer una curaduría -un curador, personaje invisible que selección un montaje, siempre es un riesgo- y hayan salido a los espacios donde va la gente.
    Además, es necesario salirse de las galerías y las academias para irrumpir en donde hace falta: bien por La Gran Plaza, por no dejar de mantener vivo este tipo de escaparates.
    Tenemos un movimiento plástico visual creciente y buena parte del impulso que lo sostuvo provino de la boca profética de este ser telúrico cuyo voz parece retumbar en su lienzos.
    Uno de los grandes méritos de Roberto Pérez Rubio es que tomó el papel de crear una galería con dinero propio. Sí, es uno de los pioneros de la incentiva privada en el arte y en vitalizar la Plaza Machado.
    A su galería Arte Activo vino el artista José Luis Cuevas a una exposición que fue hito en su tiempo. También logró hacer importantes enlaces con galerías de Jalisco, que enviaban obra de sus artistas y las desaparecidas galerías Vértice y Matisse de Culiacán. Creadores sinaloenses de valía, como José Kan Guerrero y Carlos Vela, colgaron su obra en esos muros, además de varias muestras colectivas locales.
    Fue un eslabón importante en la creación de uno de los primeros premios de pintura regionales, allá por 1987, con la complicidad de Raúl Rico González, galardón que lamentablemente no pudo tener continuidad por situaciones ajenas a ambos.
    Se volvió una referencia de Mazatlán, incluso en alguna ocasión el periodista Ulises Cisneros comentó en su columna de Culiacán, Las alas del caballo, de por qué no nos agrupábamos todos, artistas visuales, escritores y cineastas, bajo el nombre Grupo Arte Activo.
    Su casa en el Centro Histórico, llena de objetos extraños, muros de adobe y hasta una chimenea con un eterno olor a noble madera, era un refugio para lo contra cultural y lo posmoderno, sahumado de citas de Henry Miller, Jack Kerouac, Matisse, música de Philliph Glass u óperas medievales, el arte por todas partes. Eran tan intensas la visitas que, si me prestaba alguna novela, al leerla posteriormente mi imaginación de manera inconsciente hacía que la trama ocurriese dentro de la casa del Pito Pérez.
    Ahora que ha sido homenajeado el artista visual Roberto Pérez Rubio caigo en cuenta que lo conozco desde hace más de 30 años. Toda una época.
    Hace unos 15 años me invitó a presentar una exposición en el Museo de Arte y utilicé el título que hoy vuelve a estar en estas páginas: Roberto Pérez Rubio viene volando. Sí, volando como un viento de Bob Rauschenberg o una partitura stravinskiana.
    Señalo esto no por deseo de figurar en la fiesta, sino porque deseo señalar que Roberto siempre quiso unir todas las artes. Siempre fue buen lector y le gustaba integrar a la literatura y demás artes en su exposiciones, por lo que asumí que en ese momento me nombraba de manera oficial su contemporáneo, término que él usaba como sinónimo de amistad estética.
    Y con todo y su estruendo, agradezcamos ser contemporáneos de este artista: vayan a ver su obra. La persona, el personaje y sus texturas en colores que recuerdan viejos muros donde la naturaleza y los elementos hacen su incesante obra maestra.