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Columna

El Imperio Bizantino

EVANGELIZACIÓN, EDUCACIÓN Y CULTURA
05/10/2021 12:38

    No hay un consenso unánime para designar el inicio del Imperio Bizantino, pues algunos lo señalan desde el año 330, cuando Constantino I, buscando la armonía con la iglesia católica, trasladó la capital a la ciudad de Bizancio, ubicada en la actual Turquía, cambiando el nombre a la ciudad por el de Constantinopla y hoy es la actual ciudad de Estambul. Los emperadores continuaron con la línea de sucesión del Imperio Romano.

    Para otros, el inicio de este imperio se dio en el año 379, cuando Teodosio I ocupó el trono y finalmente hay quienes ubican la fecha de su inicio tras la muerte de Teodosio I, cuando se hizo palpable la separación entre oriente y occidente. Conocido como el Imperio Romano de Oriente, llegó a dominar en él la lengua griega, razón por la cual, antes de la caída del imperio de occidente, fue conocido como el Imperio Romano de los Griegos.

    Teodosio I, antes de morir designó como sus sucesores a sus hijos, a Flavio Honorio le correspondió la parte occidental, con sede en Roma, mientras que Arcadio gobernó en oriente, esta es la razón por la que muchos consideran a esta etapa como el inicio del Imperio Bizantino.

    A partir de esta división el Imperio de Occidente tuvo una historia efímera, debilitado por las invasiones, sobre todo de los hunos, dirigidos por Atila, así como la de los llamados bárbaros del norte. Finalmente en 476, el Emperador Rómulo Augústulo fue depuesto por el germano Odoarco, terminando con esta etapa del Imperio Romano de Occidente.

    Los sucesores de Teodosio I, en el Imperio Oriental, mostraron capacidad, tanto militar, como política para frenar el empuje de las invasiones, reforzaron las murallas de la ciudad de Constantinopla, convirtiéndola en una fortaleza inexpugnable, hasta que, ya con la invención de la dinamita, cayó ante el asedio los invasores del Islam.

    En el 532, Justiniano I se convirtió en Emperador y uno de sus primeros propósitos fue restaurar las fronteras de todo el imperio, iniciando una etapa de reconquistas en los territorios ocupados por las invasiones que habían sometido al Imperio de Occidente. Fue ésta una época de esplendor, no solo en el terreno militar, sino también por el campo cultural.

    En los siglos VII y VIII se dio una etapa oscura en el Imperio Bizantino, cuando las diferentes luchas, tanto en el terreno religioso, con las aparición de herejías que dividieron la unidad, así como la sucesión de una serie de invasiones en varias regiones del imperio, provocadas por los pueblos del norte, pero fundamentalmente con el surgimiento del Imperio Otoman.

    Fue el surgimiento de los reinos cristianos de occidente, así como el avance del ya mencionado Imperio Otomano lo que empezó a minar al Imperio Bizantino, cediendo paulatinamente su territorio, hasta terminar, el 29 de mayo de 1453, con la caída de la antes inexpugnable ciudad de Constantinopla, ante la artillería otomana, para terminar así una historia extendida alrededor de un milenio.

    Aún cuando su historia como gran imperio ha terminado. Su legado llega hasta nosotros a través de su legado histórico, así como la riqueza de su arte y su cultura, de su literatura y sobre todo de su original expresión religiosa.

    No hay un consenso unánime para designar el inicio del Imperio Bizantino, pues algunos lo señalan desde el año 330, cuando Constantino I, buscando la armonía con la iglesia católica, trasladó la capital a la ciudad de Bizancio, ubicada en la actual Turquía, cambiando el nombre a la ciudad por el de Constantinopla y hoy es la actual ciudad de Estambul. Los emperadores continuaron con la línea de sucesión del Imperio Romano.