“El dolor, en ocasiones, asesina los sentimientos. El dolor expone las almas. El dolor pregunta. El dolor borra y luego pinta. Erosiona por la mañana y reverdece las tardes cuando se ha apagado. Estimula a la vez el habla y el silencio; permite que en un tiempo se fundan la palabra herida y la esperanza. El dolor es la suma de muchas sumas...
Eso somos: dos realidades que transitan de la salud a la enfermedad, de la vida a la muerte y de la dulce inconsciencia del vivir, que cobija nuestro cuerpo, cuando la enfermedad no ha abierto la puerta de los yos insanos, ni expuesto el alma a las noches turbulentas y aciagas, que no acaban cuando la patología acecha”.
El Arte del Dolor, Dr. Arnoldo Kraus
Arnoldo Kraus es médico, escritor y profesor de la Facultad de Medicina de la UNAM. Es miembro del Seminario de Cultura Mexicana y del Colegio de Bioética. Colabora cada semana en el periódico El Universal y mensualmente en la revista Nexos. Entre sus libros destaca Decir adiós, decirse adiós.
El dolor es universal. Todos lo sentimos. Sin embargo, es una experiencia muy personal. El dolor, aunque no nos gusta, nos acompaña del nacimiento a la muerte. Su función es avisarle al cerebro que existe un problema pequeño o grande que hay que solucionar, salvo cuando acompaña una enfermedad de difícil tratamiento o terminal.
La tanatología en el proceso de muerte del paciente deberá de trabajar con un equipo interdisciplinario donde el objetivo será enfocarse sobre todo en las medidas para minimizar el sufrimiento físico y psicológico de los enfermos terminales, así como la aprehensión y los sentimientos de culpa o pérdida de los familiares y amigos, al igual que evitar la frustración del personal médico.
La finalidad de la Tanatología es proporcionar una muerte apropiada, Ayudar a la persona, con todos los medios disponibles, a morir en plenitud de conciencia, es decir: con dignidad, con total aceptación de su principio de la realidad y en paz interna.
La tanatología apoya a quienes se enfrentan de manera cotidiana al sufrimiento psicológico y al dolor físico que puede entrañar la muerte, en especial a médicos y enfermeras, así como a los demás integrantes del equipo de salud: psicólogos, trabajadoras sociales, incluyendo al personal de limpieza que, en muchas ocasiones, llegan a establecer un contacto significativo con el paciente y los familiares.
Ayudar a las personas que han vivido un proceso de duelo, a cerrar el ciclo de manera satisfactoria, fortalecidas y empoderadas. Con un entendimiento más lúcido del desarrollo de su consciencia y un conocimiento superior de su propio ser. Con mayor paz y armonía.
Enfocarse a trabajar todo tipo de pérdidas y los diferentes tipos de duelos que nos acompañan a lo largo de la vida, detectando tanto los duelos manifiestos como los duelos latentes u ocultos. Que el paciente llegue a aceptar a vivir con limitaciones y a entender el dolor como un elemento de reacción del cuerpo y del ser humano ante la enfermedad.
Es necesario entender la muerte, como la mayor de las pérdidas. No es un evento que nos ocurre al final del camino. La muerte es un proceso que nos acompaña a lo largo de la vida. Todos los días. Todo el tiempo vamos teniendo perdidas de cualquier tipo. Con el tiempo, nuestro cuerpo experimenta un deterioro natural, se van perdiendo las capacidades físicas y mentales que limitan la autosuficiencia, lo que causa dolor y sufrimiento.
La habilidad para manejar el dolor y la actitud ante éste, se debilita cuando el dolor es muy intenso o se prolonga durante mucho tiempo. En estos casos nos sentimos indefensos, vulnerables, solos, angustiados, deprimidos y enojados. Este malestar emocional resulta del mismo malestar físico, sin embargo, daña de igual manera nuestras fortalezas internas.
El estrés que provoca el dolor, ya sea crónico o agudo, genera un gran desgaste en el organismo porque le exige un sobreesfuerzo. Es difícil detectarlo porque la atención está puesta en la causa física del dolor.
Estas situaciones generan sufrimiento emocional e influyen negativamente en la actitud y en el apego al tratamiento, por lo que se torna urgente la intervención del especialista.
Es importante construir resiliencia. Resiliencia se entiende como la capacidad humana de asumir con flexibilidad en situaciones límite y sobreponerse a ellas. No es lo que sucede, sino lo que se hace con lo que sucede, lo que determina el desarrollo de la consciencia y la calidad de vida.Nuestros vínculos hay que vivirlos con la máxima intensidad del amor consciente y con el máximo desapego. Viviendo cada instante como si fuera la primera y la última vez.