Dios se hizo hombre y al hombre lo hizo Dios

EVANGELIZACIÓN, EDUCACIÓN Y CULTURA

    “En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios, todas las cosas fueron hechas por ella y sin ella no existe nada de cuanto existe. Ella era la vida y la vida es la luz de los hombres”.

    Alcanzar a Dios, llegar a su altura, ser como él, pretensión continua del ser humano, búsqueda legitima, intuyendo un divino origen, conllevando la convicción, aunque velada por la limitada visión del alcance humano. La distancia se pierde y solo se puede vislumbrar el distante camino por recorrer, guiado por una tenue iluminación de aquella luz, reflejo de la divinidad.

    Tan cercana y tan lejana, la divinidad está ahí, dentro del humano ser, quien afanosamente lo busca fuera de sí en infructuoso afán, sin encontrarlo, porque sencillamente Él está en él.

    La realización de la humanidad es ilimitada, porque ilimitada es la imagen impresa en ella; la imagen del Creador, quien puso en sus manos la obra de su creación, para que desde su impronta la dominara, haciéndose coparticipe de su creación. El hombre con Dios es divino, sin Dios nada es.

    Con quien es la palabra el ser humano capaz es de caminar sobre las aguas, volar en las alturas, mover montañas y aun resucitar a los muertos, tan solo es la presencia de la virtud teologal llamada fe, pero cuando esta se desvanece, solo el grito de la esperanza viene a su rescate.

    Como Pedro el hombre, con su creador empieza a caminar sobre las aguas, la sorpresa y la satisfacción le invade, pero entonces cuando la vanagloria se apodera de él viene el caos y empieza hundirse sintiendo su limitación, el momento de exclamar como el apóstol Pedro; “Sálvame Señor que me hundo”

    La imagen y la semejanza del hombre con su creador, es la síntesis y el culmen de toda la creación.

    La realización del hombre apunta a la eternidad, pues lleva en él impresa la imagen de su eterno creador quien puso en sus manos la misma creación para que la dominara y con Él se convirtiera en creador.

    Sin comprender la profundidad de su misterio la criatura pretende ser el creador de su creador, sin entender que por la participación de su divinidad solo puede serlo cuando lo es junto a Él y nunca sin Él.

    Al perder de vista su origen, también pierde la visión de su destino, un efecto causado por el desobediente olvido original.

    La divinidad en pleno bajo, viniendo al rescate de la doliente criatura que con todo y su desventura sigue llevando la impronta de su imagen, bajando hacia el derrotado ser humano. Necesario fue que Dios se hiciera hombre para que el hombre se hiciera Dios y así emerger hacia donde habita el amor creador.