En una balada
la noche se mece al compás del chelo,
duerme la enredadera
en la hamaca de sus ramas,
el sonido del mar viene y se va
con su oleaje,
nostálgico el recuerdo
se balancea en las hojas de los limoneros,
el viento del sur
escucha la charla de los otros vientos
venidos de lejos,
el calor sofoca
al pecho de los amantes,
volcanes sudorosos escupen su lava,
las palabras se tocan y encienden
fuego en las sábanas,
mirando hacia el acantilado
los amantes pretenden
regalarse estrellas
con la luna amalfitana de testigo.