Hablemos de uno de los sentimientos más importantes del ser humano, el amor y de sus consecuencias, cuando es mal ejecutado o manipulado en forma negativa.
En la actualidad se ha retomado un término psicológico: “El bombardeo de amor” o love bombing es un buen ejemplo de cómo muchas relaciones de pareja que parecen idílicas, esconden comportamientos o actitudes que pueden ser muy nocivas.
Laura Coronel, experta en manipulación y dependencia emocional del Centro (TAP) Tratamiento Avanzado Psicológico de Madrid, España, explica que el término “fue acuñado por primera vez en los años 70 para describir una de las estrategias de manipulación que utilizan los grupos manipulativos (sectas coercitivas) para captar a sus adeptos”.
Posteriormente, la expresión “ha sido llevada al terreno de las relaciones románticas puesto que en las relaciones tóxicas también se da”.
Este bombardeo de amor, es toda una estrategia de manipulación consciente de uno de los integrantes de la pareja que consiste, según la psicóloga, “en demostrar atención y afecto de forma muy insistente por medio de halagos, aprobaciones, regalos, detalles, y demás... con la intención de conquistar a la pareja y ganarse su confianza. Es una de las armas más frecuentes que utilizan las personas con un perfil manipulador que tienen la intención de establecerse en un rol de autoridad respecto de la pareja”.
El bombardeo de amor suele presentarse, sobre todo, en el comienzo de la relación, cuando el manipulador “todavía no ha terminado de ganarse el afecto y la confianza de su pareja”, explica Coronel. Una vez alcanzado el objetivo inicial de conseguir una fachada de pareja perfecta, empieza a utilizar otras herramientas de manipulación, como el chantaje emocional o el aislamiento, “para dar forma al comportamiento que desea en el otro y establecerse en un rol de autoridad”. La psicóloga añade que de lo anterior se deduce que, “en este tipo de parejas, la relación es asimétrica, insatisfactoria y adictiva para el miembro manipulado”.
La secuencia del bombardeo de amor se puede dividir en tres partes, según Coronel:
Idealización de la relación
Al principio todo es fácil, fluye y es “demasiado bueno para ser cierto”, lo cual suele llevar al manipulado a una entrega total.
Desaprobación y castigo
Cuando el manipulado se sale espontánea y puntualmente del comportamiento que de él espera el manipulado, el amor se transforma en control y comienza una fase de desaprobación y castigo. El manipulador se encarga de enseñar al manipulado qué comportamientos desautoriza y le induce a sentir culpa –“con todo lo que yo estoy haciendo por ti y tú me haces esto”.
“Esta dinámica va repitiéndose a lo largo del tiempo y el manipulado empieza a asumir -muchas veces de forma inconsciente- que para recibir el amor de su pareja ha de comportarse de acuerdo a sus deseos”, resalta Coronel. Y comienza a renunciar a sus amigos, a su familia, “en definitiva, a su vida para evitar discusiones”. Por su parte, el manipulador comienza a hacerse “dueño de los sentimientos, decisiones y acciones del manipulado y sigue utilizando esta estrategia porque le funciona”.
Etapa de agotamiento
Es frecuente que, pasado un tiempo, aparezca una tercera etapa, “la del agotamiento, que tiene dos vertientes: el manipulado, cansado de ser maltratado, exige un trato mejor que no recibe y termina dejando la relación o bien alejándose momentáneamente, pues el manipulador vuelve a desplegar sus estrategias y logra insertarlo de nuevo en el bucle de la idealización-castigo”, concluye la experta.
¿Cómo diferenciarlas de quienes utilizan los gestos de amor como arma para manipular a los demás? No resulta fácil, sobre todo al principio de una relación. Así lo reconoce Coronel: “Si así lo fuera, la toxicidad en las relaciones amorosas no sería tan frecuente. Es fácil confundir el bombardeo de amor de una persona manipuladora con los detalles y halagos de una persona estable”.
No obstante, hay ciertas señales para ubicarlos y alejarse, y así evitar caer en ser sus víctimas:
Los halagos, la (sobre)atención, los regalos, los detalles etcétera. suelen dar a entender un nivel de compromiso que no va en proporción con el tiempo que llevan conociéndose las dos personas.
Patricia Sánchez, psicóloga clínica y socia cofundadora de Centro TAP, aclara que el perfil “ se da más frecuentemente en hombres que en mujeres”. En términos generales, suelen tener “una personalidad con rasgos narcisistas, y por lo tanto, se puede observar en el manipulador una necesidad imperiosa de sentirse importante, en cierta forma idolatrado, con necesidad de control y poder y con muy bajo (por no decir nulo) nivel de empatía”.
Quien utiliza la estrategia del love bombing “es experto en el arte de la seducción y sabe encontrar los puntos vulnerables de la persona a la que quiere conquistar, y lo hace con un fin claro, el de conseguir que rápidamente la otra persona se enamore para luego, una vez siente que tiene el control, comenzar a someter a la víctima, ejercer todo tipo de manipulación sobre ella y condicionar sus relaciones sociales y familiares, su ocio... hasta meterla en una especia de jaula que sólo él puede abrir”.
En definitiva, es un “lobo con piel de cordero”. Pero, llegado el momento, se torna en una persona “hostil, egoísta, desatento y muy capaz de ejercer cualquier tipo de chantaje o extorsión para someter a su pareja”.
Octavio Robledo L.
Psicólogo clínico – Tanatólogo.
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