|
Columna

Anunciación

EVANGELIZACIÓN, EDUCACIÓN Y CULTURA

    Un extraño acontecimiento, se comentaba, había ocurrido en el matrimonio del sacerdote Zacarías e Isabel, el rumor antecedió a un hecho extraordinario, pues después de esto la esposa del sacerdote quedo embarazada, a pesar de su avanzada edad.

    Aquel día en el templo, cuando salía Zacarías de ofrecer el incienso, en el lugar llamado el Santo de los Santos, después de un tiempo, prolongado más del ordinariamente acostumbrado en los ritos litúrgicos, de una manera misteriosa habías perdido el habla y las gentes intuían que sin duda algo sobrenatural había ocurrido ahí.

    María había vivido este hecho desde la confidencia con su prima, quien le comunico de su embarazo y el relato de los hechos ocurridos a su esposo, en todo lo cual se apreciaba la bendición divina, hacia ella y hacia su familia. Ahora, ante María estaba un extraordinario ser, un enviado celeste, quien después de dirigirle un misterioso saludo, le da un estaño anuncio; Sería madre, aun cuando su matrimonio no había sido consumando.

    José, su esposo, vivió el drama de su propia historia, abrumado por el intenso amor y la evidencia de una infidelidad ¡una trágica realidad! En su ser interno la terrible duda lo hiere de manera lacerante, impulsándolo a la opción de una cruel disyuntiva legal, pero contraria a la nobleza de su espíritu; su opción personal sería la de asumir un injusto señalamiento de las gentes, pero que exoneraría, ante los ojos de los demás a su amada María.

    Consumiéndose en el drama de su toma de decisión, José recibe un anuncio divino, es el mismo mensajero que había visitado antes a María, dándole a conocer la voluntad del Altísimo y él en su obediencia a ello se, también, hace participe en la divina obra de la redención del hombre.

    En el diálogo, María y José se reencuentran en el cumplimiento de su misión, llamados a conformar aun familia, en donde se realizara el plan salvador de Dios, la vuelta al Padre de una humanidad que vaga en las tinieblas, sin vislumbrar el sendero que le conduce a su salvación.

    Después de verse atrapada entre la angustia de ver la desolación de su amado esposo y la ilusión en su maternidad, ahora finalmente puede descansar en la proximidad de sus dos grandes amores; su esposo José y su hijo, que ya está en ella. La espera llegara hasta el plazo señalado en el tiempo de dar a luz.

    José y María lo saben ahora; mientras dura la espera de dar a luz al hijo hay otras tareas por cumplir, su misión será llevar este hijo a los demás, María parte hacia las montañas de Judea, a ayudar a su prima Isabel, quien ya lleva en su ser a quien será el precursor de Jesús. Juan salto de gozo ante la visita de su salvador.