"Miles de feligreses visitan a la Virgen de Quilá"

"La sindicatura de Quilá se convirtió en una fiesta de sabores, culturas y creencias por el día de la Candelaria"
04/02/2019 17:49

    CULIACÁN._ Miles de feligreses formaron parte del festejo de la Virgen de Quilá, como se le conoce a la Candelaria, por ser esa sindicatura la que cada 2 de febrero acoge a los fieles de Culiacán, sus alrededores y otras ciudades.

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    Por más de 300 años, Quilá comparte con sus habitantes una tradición que los alegra y fortalece su fe, pues cada año el templo se colma de gozo para cantar y agradecer a la Candelaria por la salud, la vida y unión de las familias que la visitan.

    “Esta es una fiesta regional, principalmente para todos los alrededores de Quilá. Quilá es un pueblo muy antiguo, es una devoción que tiene mas de 300 años”, señalo el presbítero del Santuario de Nuestra Señora de la Candelaria, Miguel Fajardo Quiñónez.

    “Un religioso franciscano puso una imagen para los indígenas y ellos venían a venerar esa imagen, pero cuando llegaron los pobladores comenzaron a poblar todo este lugar y comenzó a recurrir gente a venerar a la Santísima Virgen”, recordó.

    En esa misma sindicatura de Quilá, hay un santuario que fue construido hace más de 100 años y fue construido por el entonces párroco Jesús María Uriarte Pérez, quien más tarde se convirtió en superior del Seminario de Culiacán y posteriormente primer Obispo.

    “Para nosotros como Iglesia significa un motivo muy grande de devoción y motivación espiritual para todos los cristianos, porque aquí se vive desde siglos la alegría de pertenecer a nuestra Iglesia Católica”, destacó el presbítero.

    Niños, adultos y personas de la tercer edad caminan hacia su altar para dejar su ofrenda como flores o velas, y escuchar el sermón del presbítero en las diferentes misas que se ofrecen al día.

    Afuera son parte de una fiesta donde se divierten, conviven y disfrutan al lado de los suyos.

    Este año al igual que los anteriores, se colocaron decenas de vendimias por las calles de los alrededores de la parroquia donde se ofertaban desde flores, cobijas, ropa, objetos decorativos y de cocina, alimentos, botana y bebidas frescas entre la gran variedad de artículos.

    Además de juegos mecánicos para niños y adultos, como la tradicional rueda de la fortuna, los carritos chocones, las canastas, entre otros, así como una mezcla de culturas y creencias religiosas en el mismo espacio.