“Yahritza y su esencia” es una agrupación musical integrada por tres jóvenes hermanos de ascendencia mexicana, liderada por una adolescente de apenas 16 años de edad, llamada Yahritza Martínez.
De acuerdo a una entrevista publicada por Univisión, sus padres son originarios del estado de Michoacán, quienes tuvieron que emigrar a la Unión Americana en el año 1992 en busca de una vida mejor. Fue así que se asentaron en el condado de Yakima, Washington.
Son una familia que ha progresado en base al esfuerzo y trabajo duro, como otros muchos inmigrantes, sus padres se dedicaron a la pizca de fresas, cerezas y manzanas, actividad a la que pronto se integrarían sus tres hijos, hasta poco antes de tener éxito en la música.
Yahritza y sus dos hermanos no son estrictamente migrantes, pues no realizaron una travesía de un país a otro, sino que nacieron y crecieron en Estados Unidos, pero al ser hijos de inmigrantes, se les cataloga como migrantes de segunda generación.
La identidad cultural de los migrantes de segunda generación ha sido objeto de múltiples investigaciones académicas. No existe un modelo hegemónico, ésta depende del contexto social en el que se desenvuelvan; algunos hijos de migrantes mantienen la cultura e identidad de sus padres, otros, adoptan las pautas que marca la comunidad anfitriona, y otros, construyen un híbrido cultural adoptando ciertas prácticas de sus padres y otras, de la sociedad en la que viven.
Las melodías que tocan Yahritza y sus hermanos, son producto de esa mezcla cultural, una especie de híbrido entre música regional mexicana y el hip hop, un género de moda que se le conoce ya como “corridos tumbados”. Su vestimenta no incluye sombrero ni botas vaqueras, sino ropa urbana de diseñador; generalmente usan camisetas “over size”, tenis deportivos y gorras de los Yanquis.
Pues bien, en días recientes se viralizó en las redes sociales una entrevista que hicieron a “Yahritza y su esencia”, y en la que, con toda transparencia e inocencia, declararon que no les gustaba mucho de lo que han probado en México: que la comida picante no les gustaba, y les molestaba el ruido vehicular.
Estas declaraciones han generado millones de comentarios discriminatorios hacia ella y ellos, los han acusado de “malinchistas”, de ser “indios con el nopal en la frente”, y en sus presentaciones se lo han reclamado a base de chiflidos y abucheos, tanto que les han cancelado conciertos y colaboraciones con otras agrupaciones.
Estas expresiones de rechazo, en la práctica no es nacionalismo, sino racismo. Pues se les pretende encasillar en base a su color de piel, sin entender que su identidad no es, ni puede ser la misma que compartimos los mexicanos que vivimos aquí. Que crecieron consumiendo otros alimentos, hablando otro idioma, en fin, que nacieron en otro contexto sociocultural.
Este caso particular ilustra la discriminación que históricamente han sufrido millones de migrantes de segunda generación al volver al país donde nacieron sus padres. Al no tener un dominio fluido del idioma español se les complica encontrar trabajo o insertarse escolarmente. Se les llama traidores por adoptar otra cultura distinta a la mexicana. Muchos no logran insertarse social y culturalmente aquí, y se ven forzados a regresar a casa, allá en el norte, donde también se les discrimina.
Así como Yahritza y sus hermanos, muchos otros hijos de migrantes mexicanos en Estados Unidos, siempre deben enfrentarse a muchas dificultades con el fin de ser aceptados socialmente, pues al tener tez morena y cabello negro, allá se les tipifica como hispanos o latinos. Aquí no se identifican con la cultura mexicana. Es decir, no son de aquí ni son de allá.
Yo, por mi parte, no me siento para nada ofendido por sus declaraciones, por el contrario, estoy orgulloso de que hijos de paisanos mexicanos la estén “rompiendo” en la industria de la música en Estados Unidos.
Es cuanto...