En otra reflexión electoral, está demás decir que nos encontramos a menos de 30 días las elecciones presidenciales, en esta coyuntura, además, elegiremos al Senado, la Cámara de Diputados federal, la local y presidencias municipales. Cuánta frustración me invade a momentos cuando observo que elección tras elección parece que no aprendemos nada.
Las voluntades se venden al mejor postor y la verdad es que ni siquiera me preocupa pensar en aquellos que ven esto como su trabajo, en cambio, sí me preocupa de aquellos que sin ganar absolutamente nada, y algunos hasta invirtiendo su tiempo o su dinero, o ambos, ven y ven pasar la oportunidad de incidir realmente en nuestra política local.
En la columna pasada, hacia énfasis en la necesidad vital de participar en la vida pública, de defender los espacios que nos pertenecen para poder estar participando en las decisiones que nos incumben, soy un convencido de que ese es el camino, pero si queremos que esto sea redondo, tarde o temprano tenemos que tomar la elección también por nuestra cuenta.
No es casualidad que a menos de tres semanas de la elección todavía no tengamos claro cuáles son las propuestas de los candidatos y lo más importante, cómo se van a llevar a cabo. ¿Por qué no lo sabemos? Porque no existe proyecto. Sus “asesores”, los flamantes vendehumo que contratan, dueños de bolas de cristal, los llenan de frases vacías, clichés y discursos repetitivos con los que les garantizan llegarle al electorado. He escuchado decir a unos cuantos “las propuestas no son importantes”, “a la gente no le interesan las propuestas, sólo hay que decirles lo que quieren escuchar”, y bueno, yo no tengo autoridad en materia electoral, he participado en una elección y la perdí, pero lo que sí tengo es un profundo hambre de justicia, de ver a mi ciudad caminando en un sentido coherente, ordenado, con los diferentes sectores integrados, con las minorías representadas, con visión ambiental, social, integral, que espero ver en una ciudad que sea capaz de sortear los retos que nos depara el futuro, estoy seguro que como yo hay muchas personas más que me acompañan en este deseo y que no encuentran un proyecto para revisar.
Un proyecto que permita evaluar los cómo, revisar los detalles, nutrir las inconsistencias, participar a quiénes involucra, revisar avances, promover la transparencia, desdoblar necesidades, ajustar presupuestos, en fin, un sueño. Un sueño ver que la forma en la que hacemos política suba de nivel, que el ejercicio de rendición de cuentas sea permanente, que seamos estrictos desde la campaña, desde que se postulan, desde que decidan que son “dignos” de representarnos en el ejercicio público.
“...Cuando muera, mis amigos quizá inscriban en mi tumba: -Aquí yace un soñador-, y mis enemigos: -Aquí yace un loco-. Pero no habrá nadie que se atreva a estampar esta inscripción: -Aquí yace un cobarde y un traidor a sus ideas-.”_ Ricardo Flores Magón.
Gracias por leer hasta aquí, nos leemos pronto.
Es cuánto.
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@isaacarangureconacentoenlae