¿Y la paz que nos prometieron?

    @causaencomun / Animal Politico / @Pajaropolitico
    El Índice para la Paz en México ha informado que la tasa nacional de homicidios registró un aumento del 63 por ciento, de 15.1 a 24.5 muertes por cada 100,000 habitantes entre 2015 y 2022, y tan solo 9 entidades del país registraron mejoras en sus tasas de homicidio; los 23 restantes se deterioraron. Lo anterior ha demostrado que muchos indicadores sobre la delincuencia siguen siendo mucho más altos hoy que en 2015, por lo cual se puede destacar que en la última década México se ha convertido en un lugar mucho más peligroso en el cual se han diversificado los tipos de violencias que aquejan a las personas.

    Desde el discurso gubernamental escuchamos continuamente que se está pacificando el país, que se están atendiendo las causas de la violencia, que ya no existen violaciones a los derechos humanos y que las Fuerzas Armadas cumplen su labor de salvaguardar a la población. Desafortunadamente nada de esto parece que está ocurriendo, o bien, aparentemente las autoridades viven en un multiverso alterno.

    Hace algunos días, el Instituto para la Economía y la Paz (IEP) publicó el informe “Índice de Paz México 2023” (IPM), en el cual se identificaron y midieron algunos factores que pueden impulsar la paz en un territorio. Los indicadores que fueron utilizados para medir la paz son: homicidio, delitos con violencia, delitos cometidos con arma de fuego, crímenes de la delincuencia organizada y cárcel sin sentencia. Si bien el enfoque cuantitativo y el uso de estadísticas son valiosos para investigaciones y análisis de la violencia, también puede traer algunos riesgos y desaciertos que son importantes considerar.

    El primero de ellos es la falta de representatividad en los registros de delitos, esto se debe a la carencia de un verdadero registro de incidencia delictiva, el cual supondría que debería de considerar la totalidad de eventos ocurridos sobre delitos en un espacio y un período de tiempo específico. Sin embargo, en México tenemos una grave situación de falta de denuncia, lo cual provoca que tengamos una cifra negra del 93 por ciento de los delitos, es decir, los registros que presentan las fiscalías y el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública solo representan el 7 por ciento de la incidencia y en delitos como secuestro o extorsión son de aproximadamente 3 por ciento. 1 Esta situación por ende ya genera un gran sesgo para conocer la realidad de las violencias que se presentan en el país.

    Aunado a lo anterior, existe un sesgo en el registro y análisis de datos sobre delitos. Se supondría que las autoridades deberían de presentar de manera objetiva y sin interpretación los datos. Lo que desde Causa en Común hemos podido detectar son algunas anomalías y supuestas manipulaciones en algunos datos a través del subregistro y/o reclasificación de delitos. Si bien existe una definición sobre las características que deben de cumplir los delitos para ser debidamente clasificados, los criterios utilizados desde las fiscalías a veces no son homogéneos como en el caso de la tipificación de feminicidios, o bien se utilizan clasificaciones como “otros delitos que atentan contra la vida”, “otros delitos que atentan contra la libertad personal” y “otros delitos contra la sociedad”, en donde se ha observado incrementos “peculiares” en los últimos años. 2 De igual forma, estos cambios pueden dificultar la comparación de cifras entre diferentes períodos y afectar la consistencia de los datos.

    Pese a ello, el Índice para la Paz en México ha informado que la tasa nacional de homicidios registró un aumento del 63 por ciento, de 15.1 a 24.5 muertes por cada 100,000 habitantes entre 2015 y 2022, y tan solo 9 entidades del país registraron mejoras en sus tasas de homicidio; los 23 restantes se deterioraron. Lo anterior ha demostrado que muchos indicadores sobre la delincuencia siguen siendo mucho más altos hoy que en 2015, por lo cual se puede destacar que en la última década México se ha convertido en un lugar mucho más peligroso en el cual se han diversificado los tipos de violencias que aquejan a las personas.

    Otro de los riesgos sobre el uso de registros delictivos es una simplificación excesiva, en la cual a menudo se tiende a generalizar una realidad que es compleja, lo que lleva a una pérdida de matices y detalles que son capturados o medidos mediante datos numéricos. A lo anterior se añade el riesgo de la falta de contexto en el análisis de las estadísticas, ya que a menudo carecen de una comprensión completa de los factores subyacentes. Por ejemplo, el IPM concluyó que algunas de las entidades más pacificas son Yucatán, Tlaxcala, Chiapas, Tamaulipas y Nayarit, lo cual bajo sus indicadores de homicidios o crímenes de la delincuencia organizada puede ser real, pero eso no implica que la entidad se encuentre en paz, ya que dentro del contexto socio cultural existen otros tipos de violencia como lo son violaciones agravadas, violencia en el hogar, desplazamientos forzados, desapariciones, trata de personas, agresiones contra autoridades y asesinatos de activistas y miembros de la comunidad LGBTIQ, los cuales a veces se invisibilizan y por ende, deberían de ser cruciales para medir e interpretar el grado de paz de una entidad. 3

    Por último, el uso político que se le da a los datos de delitos es probablemente el riesgo más grave, ya que éstos se ocupan para vanagloriar “éxitos” gubernamentales bajo el criterio de mostrar una disminución en los índices delictivos y con ello intentar mejorar la percepción de seguridad. Pero lo que hemos observado es solo una reducción artificial y, dada la complejidad y limitaciones mencionadas, es importante analizar las cifras con precaución y considerar otros indicadores y fuentes de información que permitan obtener una imagen más completa de la situación de seguridad y criminalidad en el país.

    Como hemos señalado, la calidad y precisión de las cifras de delitos pueden variar de una región a otra en México, por lo cual es indispensable poner el énfasis en la comprensión profunda de las violencias no solo a través de los datos, sino por medio de un enfoque cualitativo que permita capturar cualidades humanas complejas como emociones, valores o experiencias subjetivas. Será en la combinación de enfoques en donde podremos obtener una comprensión más completa del fenómeno de violencia y con ello mejorar estrategias de seguridad y paz que sean alcanzable y tangibles para el bienestar de la sociedad.

    * El autor es Luis Carlos Sánchez Díaz, investigador de Causa en Común.

    Bibliografía: Instituto para la Economía y la Paz. Índice de Paz México 2023: identificación y medición de los factores que impulsan la paz, Sídney, mayo de 2023. Disponible aquí (consultado 30/05/2023).

    1 Inegi, Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE), 2022.

    3 Revisar “Galería del horror: atrocidades y eventos de alto impacto registrados en medios”.