En muchas ocasiones vale la pena voltear atrás y recordar el pasado, en este caso lo haremos con nuestro órgano electoral.
Vayamos al año 1946, que es cuando se crea la Comisión Federal Electoral. Este es el organismo que funcionaba antes del IFE, dependía de la Secretaría de Gobernación, por lo que había un control directo del Poder Ejecutivo: se integraba por el Secretario de Gobernación, representantes de partidos políticos, representantes del Legislativo y funcionarios de Gobierno, es decir, no había participación de la ciudadanía y sí una influencia clara y fuerte del partido dominante, es decir, del PRI, lo cual generaba desconfianza y sospechas de fraude.
Avancemos hasta 1990, que es cuando surge el IFE (Instituto Federal Electoral), el presidente sigue siendo el Secretario de Gobernación, también cuenta con representantes de partidos políticos y de consejeros, pero estos son designados por el Congreso.
Pasamos a 1994, que es cuando se logra una mayor autonomía de Gobierno, ya que se agregan consejeros ciudadanos y se establece que los votos sean contados por ciudadanos (ojo con esto), ya que antes de esta fecha los votos eran contados por funcionarios de Gobierno, lo cual de alguna manera generaba desconfianza y sospechas de fraude.
En esta etapa el Gobierno sigue teniendo influencia en el IFE. Esta se considera una de las reformas claves para lograr obtener un organismo electoral autónomo.
En 1996 se elimina la participación del Secretario de Gobernación y el Consejo General queda conformado exclusivamente por Ciudadanos designados por el Congreso. Esta reforma se considera que otorga una autonomía total al órgano electoral.
Pasamos a 2014 y, como seguramente ya lo sabe, pasamos al INE (Instituto Nacional Electoral) donde no sólo organiza elecciones federales, sino también locales, con el apoyo de los OPL (Organismos Públicos Electorales).
Como podemos apreciar, pasamos de tener un órgano electoral conformado totalmente por Gobierno a uno ciudadanizado, (claro que todo es susceptible de mejoras), pero ahora con la reforma electoral y con esta elección al Poder Judicial se viene un cambio, un cambio que nos regresa a 1994, es decir, regresamos a que los votos no sean contados por los ciudadanos en las casillas, me trataré de explicar:
En esta ocasión, tendremos menos casillas que en otras elecciones federales, en donde se han llegado a instalar hasta 170 mil casillas; en esta ocasión tendremos casi 84 mil, por tanto menos personal, con un mayor número de cargos a elegir y por ende número de votos a contabilizar. Recordemos que en algunos estados se votará también por la modificación de Poder Judicial local (no es el caso en Sinaloa), por lo que el ciudadano tendrá que elegir por ministros de la SCJN, magistraturas del Tribunal de Disciplina Judicial, magistraturas de la Sala Superior del Tribunal Electoral, magistraturas de Sala Regional del Tribunal Electoral, magistraturas de Tribunal de Circuito y Jueces de Distrito, más los cargos locales donde aplique.
Por lo que se ha decidido que contabilizar los votos (escrutinio y cómputo) será un trabajo que no se realizará en las mesas de casilla, sino que será en los consejos distritales donde se realizará dicho cómputo, yendo en contra de uno de los logros de la reforma de 1994.
Esperemos que esto no cause de ninguna manera desconfianza y sospechas de fraude.
Habiendo tantos temas por tratar y atender en nuestro País se decidió realizar una reforma judicial a un poder que curiosamente fue el único que mostró ser un contrapeso en el gobierno federal anterior.
PD 1. “Es un acto de justicia y de autoridad que no tiene precedente”._ Omar García Harfuch al hablar sobre el envío de 29 objetivos mexicanos a Estados Unidos.