Vivir en paz

ÉTHOS
27/04/2024 04:03
    ‘Si deseas dar una flor no esperes a que se mueran... Nunca visites panteones, ni llenes de tumbas flores, llena de amor corazones... en vida, hermano, en vida’.

    Cuando alguna persona querida fallece, exclamamos un deseo que se convierte en plegaria: “Descanse en paz”. Sin embargo, lo que deseamos para toda persona en el postrer viaje, pocas veces lo asumimos en vida, como expresó Ana María Rabaté:

    “Si deseas dar una flor no esperes a que se mueran... Nunca visites panteones, ni llenes de tumbas flores, llena de amor corazones... en vida, hermano, en vida”.

    Al recibir en audiencia a unos peregrinos de Hungría, el Papa Francisco indicó que Budapest es una “hermosa ciudad de puentes y de santos” y los invitó a “dar a las jóvenes generaciones un futuro de esperanza, no de guerra; un futuro lleno de cunas, no de tumbas; un mundo de hermanos, no de muros”.

    Su mensaje se centró en el don de la paz que Jesús Resucitado concedió a sus discípulos: “No olvidemos, hermanos y hermanas, que la realización de este gran don comienza en el corazón de cada uno de nosotros; comienza en la puerta de mi casa cuando, antes de salir, decido si quiero vivir ese día como un hombre o una mujer de paz, es decir, vivir en paz con los demás. La paz llega cuando decido perdonar, aunque sea difícil, y esto llena mi corazón de alegría”.

    Culiacán, como Budapest, también es una ciudad de puentes y de santos. No nos referimos al santo canonizado, sino a los santos de la comunidad que viven de manera diferente, como auténtica levadura. El don de la paz, dijo el Papa: “comienza en la puerta de mi casa cuando, antes de salir, decido si quiero vivir ese día como un hombre o una mujer de paz, es decir, vivir en paz con los demás. La paz llega cuando decido perdonar, aunque sea difícil”.

    ¿Vivo en paz?

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