Anteponiendo el llamado a los delincuentes para que los reintegren ilesos a sus familias, no le da buena imagen nacional e internacional a Mazatlán el hecho de que tres jóvenes turistas de Nuevo León sean víctimas de posible desaparición forzada mientras se encontraban vacacionando en Semana Santa. Ningún recurso público ni impuestos aplicados al hospedaje alcanzaría para revertir la mala fama que es contraria a la oferta de tranquilidad y hospitalidad que la Perla del Pacífico ofrece a los visitantes.
Por supuesto que la vocación de Sinaloa, ni en el caso específico de Mazatlán, es la violencia. Esta tierra tiene muchísimo para ofrecer en lo que corresponde a esfuerzo lícito y actividades y parajes atractivos para cualquier visitante o sector internacional. Pero la oleada criminal que azota a México, que es real más allá del dedo de la autoridad que insista en taparla, pega tan duro que un solo golpe lo sacude todo.
De este hecho en particular, en el que hasta ayer seguían desaparecidos los neoloneses Carlos Daniel, Pablo Leonel y Eduardo Alberto, de 22,29 y 26 de edad, la única posibilidad de limpiar la paz y cordialidad que caracteriza a la industria sin chimeneas sinaloense consiste en que la Fiscalía General del Estado y la operación conjunta policiaca- militar se activen para localizar a las víctimas y regresarlas sanas y salva al seno familiar.
Lo extraño es que los gobiernos estatal y municipal se tarden en dar la versión oficial y en mandar señales a los maleantes de que toda la estructura de seguridad pública está dirigida a localizarlos. Si ya saben, porque en anteriores casos de privación ilegal de la libertad les ha dado buen resultado, que la acción rápida y conjunta amedrenta a los delincuentes y al creerse cercados optan por liberar a los cautivos, entonces por qué esta vez es lenta la utilización del mismo mecanismo.
En tanto, ya debería haber una respuesta legal del Gobierno de Sinaloa y Ayuntamiento de Mazatlán para aclarar si en el evento violento participaron o no elementos de la Policía Municipal o de otras corporaciones como lo conjeturan algunos testimonios. La información que les llegó a bastantes audiencias a través de las redes sociales da cuenta de que los que perpetraron el hecho llegaron a bordo de una patrulla y tres camionetas particulares de las que “bajaron hombres armados con capuchas y los empezaron a golpear, los encintaron, los subieron y se los llevaron”.
En este punto sí puede la Fiscalía atajar la doble aberración de policías cooperando con la delincuencia que persiste en tomar el territorio estatal como vía libre para cometer sus fechorías. En caso de haber agentes municipales cómplices ya deberían estar a disposición de las instancias restauradoras del marco legal; si no, la gente debe saberlo. El efecto corrosivo del miedo difundido a raudales en la comunicación digital procede a echar al bote de la basura el gasto que se le aplique a la difusión de la buena imagen de Sinaloa y Mazatlán.
Se deja correr en exceso la propaganda negativa para la actividad turística y si esto sigue así habrá muy altos costos económicos y sociales a pagar. Los políticos en el desempeño del servicio público insistirán en desestimar las circunstancias, pero allí están los resultados de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana que arroja que en Culiacán el 57.6 por ciento de la población se siente insegura y en Mazatlán con todo y la baja el porcentaje es del 40.4 por ciento. ¿Y cuál será la percepción de miedo de los turistas después del hecho violento en curso?
Las campañas para atraer paseantes han sido exitosas y prueba de ello es la alta ocupación hotelera en la reciente Semana Mayor, el regreso de cruceros turísticos y la invitación a la Secretaria de Turismo de Sinaloa, Rosario Torres Noriega, a que promueva a Mazatlán y Topolobampo ante compañías navieras y agencias de viajes de todo el mundo que asistirán al Seatrade Global Cruice que se efectuará en Miami del 25 al 28 de abril.
En espera de que al publicarse este contenido esté resuelto el caso favorablemente para los jóvenes y familias cuya integridad quedó comprometida en Mazatlán el sábado 16 de abril, el escenario alentador que los sinaloenses de bien deseamos, de cualquier manera el Gobernador Rubén Rocha Moya y el Alcalde Luis Guillermo Benítez Torres debieran gestionar ante la Federación que suba a otro nivel el blindaje de la seguridad para los mazatlecos y los turistas.
Es cierto que Sinaloa ya no aparece dentro de los estados con mayor índice de homicidios dolosos, pero no hay espacio para el conformismo, y la pacificación lograda, poca o mucha, debe cuidarse. Y también es real que el asedio delictivo y su huella de sangre y terror tumban en minutos cualquier spot que promueva la belleza de Mazatlán, por más extraordinaria que sea la producción.
Por favor búscalos, mi Mazatlán,
En la barbarie que te abruma,
Para que no te cubra más bruma,
Que aquella que tus olas te dan.
Cuando el Estado se estanca en la negación permanente del fenómeno criminal que lo aqueja, resulta difícil estructurar e implementar las soluciones. En la conferencia de prensa mañanera del Presidente López Obrador, la Secretaria de Seguridad Pública federal, Rosa Icela Rodríguez, dijo ayer que México está en los niveles de violencia más bajos de los últimos siete años. ¿Cómo si en marzo hubo más homicidios dolosos (2 mil 657) que en febrero (2 mil 260) y en 38 meses del gobierno de AMLO (diciembre de 2018 a febrero de 2022) suman 110 mil asesinatos y 3 mil 100 feminicidios, mientras que en todo el sexenio del priista Enrique Peña Nieto se reportaron 125 mil 508 homicidios?