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“Ahí vamos, son buenas las noticias. Estoy optimista. Viva México”. Así concluyó el enésimo informe del Presidente el 24 de mayo. Comenzó más o menos igual. “Ahora lo que quiero es decirles que hay buenas noticias en cuanto a la situación económica… íbamos muy bien… ¡tan bien que íbamos! y se nos presenta lo de la pandemia… pero como ya habíamos iniciado medidas para el combate a la corrupción, para ser un gobierno eficiente y justo pues no nos agarró mal parados la pandemia y hemos podido ir remontando la crisis”.
Ver para creer: “con lo bien que íbamos” y “nos agarró bien la pandemia”.
De aquí en adelante, en el discurso, las cifras que convienen y las cuentas alegres.
Cifras que no tienen nada que ver con la gestión de la actual administración: mejor precio del petróleo, mejor paridad del dólar y mayor nivel de remesas. De las otras, mejor ni se habla. Pre-coronavirus: crecimiento del PIB del PIB -.01 por ciento, menor inversión pública y privada, peor tasa de crecimiento del empleo, baja en la confianza del consumidor (-1.2 por ciento), caída en los Indicadores de Confianza Empresarial (-5.8 puntos en manufacturas, -3.7 en comercio y -3.1 en construcción a febrero de 2020). Lo mismo con la percepción del entorno económico en la que si en febrero el 53 por ciento decía que “la coyuntura actual para invertir” pasaba por mal momento, en marzo subió a 97 por ciento (Banco de México).
Agregue de lo que no se habló y que afecta el clima de inversión: incertidumbre política, inseguridad pública, estado de derecho, corrupción e impunidad.
¿Y las cuentas alegres? Pues ni más ni menos la reiteración de que para fin de año se habrán creado 2 millones de empleos. Se cayó el empleo “pero en lo que cabe hay buenas noticias: inscritos al IMSS 20.5 millones (en abril se perdieron 550 mil), al 23 de mayo observamos que ya no hay tanta pérdida (se perdieron (400 mil). Tengo mi pronóstico de que se van a perder 1 millón pero nosotros ya tenemos un plan”: 230 mil jóvenes adicionales en el Programa Jóvenes Construyendo el Futuro, 228 mil en el programa de mejoramiento urbano, aumento de 200 mil sembradores, 80 mil a cuenta del Tren Maya, 72 mil por Dos Bocas y 44 mil por Santa Lucía, 47 mil por la construcción de mil 350 sucursales del Banco del Bienestar, 26 mil por nuevos elementos de la Guardia Nacional, 21 mil por mantenimiento de carreteras, 15 mil por caminos rurales y así, hasta llegar a los 2 millones. El optimismo no tiene sustento.
Son cifras inconfirmables pero están en el discurso presidencial y eso las convierte en verdad. Mientras sale el peine. Para muestra un botón. ¿De dónde van a sacar 230 mil jóvenes construyendo el futuro si se redujo el 36 por ciento del presupuesto para el programa en 2020? ¿Cómo creer en 200 mil nuevos sembradores de vida si el año pasado sólo lograron el 14 por ciento de su meta? ¿Cómo creer en los ahora 4 millones de créditos o que ya llevan 752 mil si apenas el 23 de mayo el IMSS declaró que al cierre del programa se habían aprobado 191 mil 981?
Pura palabrería. No conforme con las mañaneras, los informes económicos de las 6 pm y los de las 7 pm en Salud, ahora ha tomado la costumbre de comunicarse directamente “con el pueblo” los sábados y/o domingos también. Aló Presidente, el programa propagandístico de Hugo Chávez en Venezuela, hace tiempo que se le quedó en una uña.
Los tiempos “oficiales” de todos los partidos sumados no alcanzan los que el Presidente usa en TV, radio y, además, YouTube. Cualquier presidente anterior hubiese sido duramente criticado y denunciado por la comentocracia, los dueños de medios y por el propio López Obrador, de haberse atrevido a tal abuso.
Hoy, él es el que abusa y critica a los críticos. Incluso a aquellos que exhibieron los malos manejos del pasado y que como algún día me dijo un alto funcionario: “Casar, con esas críticas y exhibiendo de esa manera la corrupción, lo único que hacen ustedes es empedrarle el camino a la Presidencia a López Obrador”.
Los muchos que lo hicimos, lo hicimos a conciencia. Lo hicimos porque eso toca al periodismo y a las organizaciones de la sociedad. Señalar con argumentos, con investigaciones y con cifras lo que vemos. Ahora, desde el Gobierno, el criterio es otro, quien critica y exhibe es enemigo de la transformación y amigo de los conservadores, los privilegios y la corrupción. Enemigos del pueblo. Ver para creer.