Va de nuevo: ¿a qué viene el Presidente? Visita repleta de maniobrabilidad política
Andrés Manuel López Obrador es un Presidente convertido en viajero frecuente a Sinaloa. Aunque casi siempre viene a supervisar las mismas obras de siempre, sus visitas no dejan de traer simbolismos, mensajes y ruidos que aquí se quedan como víboras chillando y luego tienen un impacto que permite descifrar el propósito de la asidua presencia en la tierra de lo once ríos. Más allá de portar el inseparable signo de sus programas sociales este fin de semana traslada con él señales eminentemente políticas.
Desde ayer, antes de que arribara a Culiacán, se notó la operación política para distender la gira del Mandatario. Cuando el miedo regresa a Sinaloa por actos de violencia con el sello de la alta delincuencia, el Mandatario nacional aclara que mantendrá sin cambios su estrategia de seguridad pública; en cuestión de impacto electoral llega a Durango el programa Sembrando Vida mientras se le asestó un duro golpe al narcotráfico en ese estado con la destrucción en Tamazula de un plantío de mariguana de 11.5 hectáreas, que nadie había detectado antes.
En la investigación del asesinato del periodista Luis Enrique Ramírez el Subsecretario de Seguridad Pública del Gobierno de México, Ricardo Mejía Berdeja, corrigió su otrora reporte optimista y reconoció que no existen elementos para judicializar el caso. Y en lo concerniente al juicio político que el Congreso del Estado desarrolla contra el Presidente Municipal de Culiacán, Jesús Estrada Ferreiro, un Juzgado de Distrito le dio “oxígeno” provisional al Alcalde al detener por más tiempo el resolutivo legislativo.
Sin que sea extraño que ocurran tantas cosas a la vez en la antesala de la estancia de López Obrador a Sinaloa, es conveniente revisar el fondo de las anteriores visitas. Por ejemplo, el 16 de mayo de 2021, un mes antes de la elección de Gobernador en Sinaloa, realizó un periplo superficial donde la nota acabó siendo el hecho de que tomara un turno al bat en un partido pueblerino de beisbol que se realizaba en La Cofradía, a donde llegó después de la enésima supervisión de obras en la Presa Picachos. En realidad, a lo que vino esa vez fue a reunirse en privado con el entonces jefe del Ejecutivo Estatal, Quirino Ordaz Coppel, a “sugerirle” que no metiera las manos en el proceso comicial en puerta.
Otra visita sin motivo extraordinario, donde volvió a recorrer los sistemas hidráulicos Santa María y Picachos, la efectuó el 26 de febrero de este año mientras se realizaba en Mazatlán el Carnaval marcado por la polémica de si era conveniente o irresponsable llevarlo a cabo en medio de los últimos coletazos de la pandemia de coronavirus. Claro que venía a respaldar la decisión de Luis Guillermo Benítez Torres quien realizó dicha fiesta arriesgando la salud de miles de personas, aunque el objetivo mayor del Presidente fue el de afinar la estrategia Sinaloa para ganar la consulta de revocación de mandato.
Y así ha sido siempre. Es raro que venga a anunciar apoyos, políticas públicas de gran calado y cosas apantallantes como solían hacerlo sus antecesores de los partidos Revolucionario Institucional y Acción Nacional. Desde que tomó posesión del cargo López Obrador definió los proyectos estratégicos y desde entonces viene a checar cómo van. Antes como hoy son cuatro los pretextos para volver: Picachos, Santa María y las carreteras Badiraguato-Parral y San Ignacio-Tayoltita.
Y como lo acostumbra el Presidente, a su paso va alborotando bitacheras. Por eso estará, ya sea de rozón o con algún asunto aún no especificado, en la sierra de Badiraguato precisamente cuando el Senador sinaloense Mario Zamora Gastélum le acaba de solicitar que impida el involucramiento del narcotráfico en las votaciones que se realizarán el 5 de junio en Oaxaca, Quintana Roo, Hidalgo, Tamaulipas, Aguascalientes y Durango. “La única solicitud es que no metan al crimen organizado en las elecciones; dejen que la gente vote libremente. Señor Presidente: usted se dijo que es un demócrata, demuéstrelo en los hechos porque las cosas no se tienen que decir, las cosas se hacen y cuando se hacen se dicen solas”, planteó el ex candidato a Gobernador.
Vaya a lo que vaya a la sierra, de cualquier manera le endilgarán alguna motivación ajena a los lineamientos esclarecidos en la agenda presidencial. Si se le quisiera dar un sesgo proselitista al acto de pisar territorio duranguense, en el punto en el cual esa entidad confluye con Sinaloa Y Chihuahua en el llamado triángulo dorado del narcotráfico, pues ahí está el planteamiento gubernamental de sacar a los campesinos de la siembra de drogas (el mega plantío de mariguana destruido) y ofrecerles la posibilidad de ingresos económicos lícitos (Sembrando Vida).
Entonces nadie espere que López Obrador traiga en su maletín considerables recursos públicos para Sinaloa, obras faraónicas, rescate de sectores productivos o nuevas estrategias de seguridad pública. Es portador de sus programas sociales, fortalecimiento de la marca Morena y demás significados políticos que podremos decodificar una vez que regrese a Palacio Nacional.
Por los mensajes cifrados,
Que nos trae el Presidente,
Que se pongan abusados,
Quienes tengan algún pendiente.
Anoche debió decidirse la suerte de Jesús Estrada Ferreiro en alguna reunión secreta de López Obrador con los actores y factores vinculados al juicio político que ya había resuelto, al menos hasta ayer, destituir del cargo al Alcalde de Culiacán. ¿Conoció también el Presidente la compra de luminarias para el alumbrado público que en Mazatlán quiere hacer Luis Guillermo Benítez Torres con un costo de 400 millones de pesos, sin licitar y asignada de la manera más oscura posible a su proveedor favorito?