He venido sosteniendo la tesis, desde hace muchos años, de que México debe ser un país atractivo y confiable a la inversión productiva. Por diferentes razones geopolíticas, México siempre ha sido un país atractivo a la inversión, incluso se llegó a mencionar que “la relocalización de empresas” que salían de China, por el conflicto China-USA, podrían llegar a México, generando así una gran oportunidad de crecimiento económico para nuestro País en los próximos años.
Recordemos que la inversión productiva es el único motor sostenible del crecimiento económico, pero el lubricante es la confianza. México de manera histórica siempre ha sido atractivo, lo que no ha sido es confiable. Muchos países invierten muchos recursos para crear nuevas condiciones que mejoren su atractividad a la inversión. Esta debe ser una tarea permanente, pero en el caso de nuestro País no sólo debe invertir en mejorar su atractividad, sino que debe hacer grandes inversiones en educación, estado de derecho, seguridad, mejora institucional, combate a la corrupción, etc., que mejoren su confiabilidad.
Dice un viejo dicho popular que la confianza se gana en abonos y se pierde de contado. El pasado sexenio de López Obrador no hizo absolutamente nada por mejorar la confianza de los inversionistas, se apoyó en la idea errónea de que México era lo suficientemente atractivo por su ubicación y ventajas comparativas, que no necesitaba hacer nada y aun así llegarían las inversiones. ¡Nada más falso!
Una cosa es que haya interés en invertir en México, otra muy distinta es que se concreten esas inversiones. En el mundo existen muchos países que compiten entre sí por atraer la inversión productiva, y si bien México tiene grandes ventajas también padece grandes problemas. En nuestro País se tiene limitantes en servicios básicos e infraestructura como agua y energía, se padece violencia e inseguridad que atenta contra la vida, el patrimonio y la inversión de las personas, también se tiene incertidumbre jurídica y carencia del estado de derecho, hay gran corrupción gubernamental, una burocracia espantosa que ahuyenta toda inversión, y mucha desconfianza sobre el rumbo del País.
Philip Kotler, en su libro Marketing places, nos habla de que los países deben ser vivibles, visitables e invertibles. Hoy una gran parte del territorio nacional está controlado por el crimen organizado, con la correspondiente inseguridad y violencia que ello acarrea, también esto genera riesgos para vivir, visitar e invertir en dichos lugares.
El pasado 6 de octubre, el economista Gerardo Esquivel, quien fue subgobernador de Banxico (2019-2022), en su artículo publicado en el periódico El País, titulado “el deteriorado entorno de inversión en México”, cita la encuesta mensual de Banxico al sector privado sobre la coyuntura actual para realizar inversión en nuestro País.
Esquivel nos dice que en marzo de 2024, 46 por ciento de los encuestados pensaba que era buen momento para invertir y sólo 15 por ciento creía que era mal momento.
En la reciente encuesta de finales de septiembre, a escasos seis meses de entonces, hoy sólo 5 por ciento considera que es buen momento para invertir, mientras 66 por ciento piensa que es mal momento. También, el 68 por ciento de los encuestados considera que el ambiente empeorará.
Urge corregir el rumbo.