Nuestra máxima casa de estudios tiene que apuntalar su desarrollo en un proyecto académico que fortalezca sus indicadores y reafirme su compromiso con la educación de calidad. La unidad debe ser la base para la transformación de la visión educativa de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
Este esfuerzo no sólo beneficiará a nuestra institución, sino que también enviará un mensaje claro a la sociedad sinaloense sobre la importancia de la unión en la construcción de un futuro educativo más sólido.
La unidad es clave para quienes hemos trabajado en la construcción de un modelo educativo más moderno, pertinente y justo. Aunque las propuestas y perfiles pueden diferir en algunos aspectos, existen objetivos comunes que nos permiten coincidir. Entre ellos, sin lugar a duda, destaca el fortalecimiento académico en términos de educación, ciencia y difusión cultural.
En este camino, ya se han dado pasos importantes, promoviendo el diálogo y el debate entre figuras representativas de los distintos movimientos universitarios, que comparten una visión académica alternativa a la impulsada por la administración actual.
Es momento de que todas las voces con este objetivo común continúen trabajando en armonía, consolidando esfuerzos para impulsar, de manera ordenada y efectiva, la transformación que la universidad necesita. Más allá de las diferencias, debemos fortalecer los puntos de encuentro que nos permitan avanzar juntos en esta nueva dirección institucional.
Entre estos puntos de coincidencia destaca la mejora del desarrollo educativo de estudiantes y docentes. Para lograrlo, es indispensable reconocer nuestras deficiencias actuales y establecer acciones puntuales que conduzcan a mejoras reales y sostenibles. Aunque se han registrado ciertos avances en el plano educativo, estos han sido aislados y deberían convertirse en la norma, no en la excepción.
Otro aspecto vital es la consolidación de la ciencia dentro de nuestra alma mater. A pesar del esfuerzo de investigadores y de algunos funcionarios comprometidos, la administración actual no muestra una estrategia clara para el desarrollo científico. Esto se refleja en la ausencia de un plan general de ciencia e innovación, lo que limita el potencial de nuestro centro de trabajo como referente en la producción de conocimiento.
Además, es necesario recuperar el liderazgo de la Universidad en la difusión cultural. En los últimos años, la UAS ha reducido su presencia como referente cultural en la región. Es necesario consolidar nuestros programas culturales y fortalecer la interacción con la sociedad a través de iniciativas que promuevan y difundan el arte, la historia y la identidad regional.
La transformación de la UAS no será posible sin un compromiso real con la educación, la ciencia y la cultura. La cohesión en torno a estos ejes estratégicos es la base para impulsar un modelo universitario renovado y a la altura de los retos actuales.
La unidad en nuestro centro educativo no debe limitarse únicamente a la articulación de un grupo con una visión distinta a la administración actual, sino entenderse como el compromiso de toda la comunidad académica para construir puentes de colaboración hacia el verdadero crecimiento de la universidad.
Este es un esfuerzo colectivo que debe involucrar a toda nuestra población, incluyendo a quienes tienen posturas distintas. Aprovechemos las herramientas democráticas a nuestro alcance para consolidar la transición hacia una institución con una nueva visión y un futuro más sólido.
La transición democrática debe ser un proceso armonioso que refleje el verdadero espíritu universitario, basado en el respeto, la libertad y la diversidad de ideas.
Más aún, la pluralidad no debe ser un obstáculo, sino una fortaleza que nos permita construir consensos y avanzar juntos en esta nueva etapa institucional. Sólo así podremos superar los desafíos actuales y demostrar que la UAS es un espacio donde la diversidad de pensamiento se traduce en crecimiento y mejora continua.
Más allá de las diferencias, nos une el compromiso con el desarrollo académico, científico y cultural de nuestra institución. Las distintas visiones no deben ser un obstáculo, sino una oportunidad para enriquecer el debate y fortalecer su rumbo.
Es momento de demostrar que la UAS puede transformarse desde la unidad y la madurez institucional, garantizando un crecimiento educativo sostenido, con una administración transparente y un manejo irreprochable de los recursos. Asimismo, debemos ser firmes en la consolidación de una democracia plena dentro de la Universidad, asegurando que cada decisión refleje el interés colectivo y no el de unos cuantos.