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"LETRAS DE MAQUÍO"

"Una sabia lección"

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LETRAS DE MAQUÍO

    Gobierna al país siendo recto. Haz la guerra siendo astuto, pero gánate al imperio no entrometiéndote.

    ¿Cómo sé que esto es así?

    Cuanto más tabúes hay en el imperio, más pobre es el pueblo.

    Cuantas más afiladas herramientas tiene el pueblo, más despreocupado está el Estado.

    Cuantas más habilidades tiene el pueblo, se multiplican más las innovaciones.

    Y cuantas mejores leyes y decretos se conocen, más bandidos y ladrones hay.

    Y por eso el sabio dice:

    No tomo acción y el pueblo se transforma por sí mismo.

    Prefiero la quietud y el pueblo se corrige por sí mismo.

    No me entrometo y el pueblo prospera por sí mismo...

    Al encontrar estas palabras escritas por un oriental hace 2 mil 500 años no pude menos que sorprenderme de la sabiduría y sapiencia que encierran. Es definitivamente una lección de sabiduría que hoy en día nos enseña la doctrina social de la Iglesia.

    Los padres de familia absorbentes, que pretenden tener sujetos toda la vida a sus hijos, siguen pensando que el paternalismo y la sobreprotección es la mejor manera de educar, sin comprender que sólo educando en la libertad se forman personas responsables. Lo mismo sucede con los gobiernos estatistas que inhiben la capacidad creativa de los ciudadanos; se llenan de burocracia improductiva y acaban castrando al pueblo. (Perdonen la palabra, pero eso es lo que sucede con una autoridad absorbente).

    Cuantos más tabúes hay en el imperio, más pobre es el pueblo, decía Lao Tzu. En México tenemos el tabú de la Reforma Agraria. Sesenta años de hablar del mismo tema. Reconozco que al principio tuvo sus efectos positivos, pero seguir con el mismo sonsonete se me figura carencia de imaginación, al mismo tiempo que antirrevolucionario (revolución significa cambio).

    Tenemos también el tabú de las utilidades. En nuestro país es malo ganar dinero. Se perdona la ineficiencia y la flojera, el derroche y el despilfarro; se critica el trabajo y el ahorro, el éxito y las utilidades, que no son otra cosa más que la medida de la eficacia productiva de una empresa.

    Y qué decir del tabú del presidencialismo. El señor es un ser extraterrestre que jamás se equivoca y al cual jamás hay que contradecir porque grandes maleficios caerán sobre nosotros si tenemos esa osadía. Por eso tuvimos el famoso aumento salarial del 30-20-10 el año pasado, que dio al traste con nuestra economía sin que ninguno de los miembros del gabinete económico tuviera las agallas para decírselo al señor presidente, aunque en el fondo todos, absolutamente todos, estaban convencidos de que era un error.

    Pero también contamos con el tabú de la izquierda. Yo no creo en la geometría política, pienso que hay gente bienintencionada y constructiva, por un lado; y por el otro están los destructivos y negativos. El PSUM obtuvo solo el 3.6 por ciento de la votación pasada y sin embargo la mayor parte de sus postulados (no anunciados en la plataforma del partido oficial) ya se implantaron, expropiación de la banca, control cambiario, expropiación del transporte urbano, etcétera.

    Pero también nos dice Lao Tzu: “Y cuantas mejores leyes y decretos se conocen, más bandidos y ladrones hay”. Con pocas frases pudiera estar más de acuerdo.

    En México las leyes son de forma, no de espíritu. Hay que llenar un sinnúmero de forma y permisos y después se puede hacer lo que a uno le pegue la gana; el espíritu de la ley poco cuenta. Ejemplos hay miles. El revisado de los automóviles, que se supone lleva como espíritu el que sólo los vehículos en buen estado transiten por las calles, se cumple llenado una forma y pagando una cuota. El carro nadie lo revisa. La licencia de manejo se otorga si llevas una fotografía, llenas unas formas y pagas. A nadie le importa si sabes o no manejar.

    Pero qué duda cabe de que estamos llenos de leyes. Cada final de año el Poder Legislativo entre un carnavalito de leyes que se aprueban a vapor y luego nadie cumple. La propia Constitución de la República fue enmendada recientemente para llenar las formas de la arbitrariedad cometida cuando se expropió la banca.

    Yo prefiero los abusos por falta de controles de los excesos que se comenten en nuestro país para controlar todo.

    Para todo hay que pedir permiso. Para todo hay que pagar. Para todo hay que llenar formas y cumplir requisitos.

    ¿Cuándo acabaremos de entender que la buena autoridad es imperceptible? que existe. El ideal de un grupo debería ser que cada quien hiciera lo que debe sin pedir tanto permiso y pagar por tantas cosas. Francamente pienso que el pueblo mexicano ya está harto de todo esto y espera que aires renovadores soplen con el nuevo régimen. Para que lo anterior suceda las autoridades deberán comprender que suposición es para servir y facilitar las cosas, no para controlar y dar permisos.

    Como ciudadanía, deberemos empezar a actuar como adultos responsables que cumplen con sus obligaciones, al mismo tiempo que reclaman sus derechos.

    Deberemos también entender que el título de ciudadano dignifica más y tiene más importancia que el de gobernador, secretario de Estado o presidente de la República. ¿No lo cree usted así?

     

    Durante su trayectoria política y empresarial, Manuel “Maquío” Clouthier escribió numerosos artículos de opinión, que se publicaron en su momento en el diario El Universal, y en los que vertió conceptos y reflexiones que continúan vigentes hoy más que nunca.

    Por eso en Noroeste iremos replicando algunos de esos escritos, en un espacio al que hemos titulado Letras de Maquío.