Una economía enferma

01/03/2025 04:02
    AMLO acabó de endeudar a Pemex y no le dio mantenimiento; una CFE sin más líneas de distribución; carreteras, puentes y aeropuertos mal atendidos; clínicas sin médicos, enfermeras, equipo y sin medicinas; un gobierno sin eficiencia. En ese sexenio no se crearon más empleos, no se invirtió en los recursos que ya se tenían y mucho menos se invirtió en más y mejor educación para los nuevos mexicanos que cada año exigen más y mejores escuelas, mejores maestros y mejor tecnología.

    Hubo un tiempo en que se pensó que una buena economía en un país o en una familia consistía en tener dinero, mientras más, mejor; luego se pensó que era mejor tener muchos bienes, además de dinero; pero luego se cambió el criterio a la producción de bienes y servicios, es decir, no sólo tener tierras y fábricas, sino en hacerlas producir. Hubo otros criterios como el de contar con un buen gobierno que distribuyera el producto de los bienes en forma equitativa. El concepto de “una buena economía” se ha perfeccionado hasta incluir ideas como: eficiencia, productividad, innovación, competitividad, a través de las cuales se busca aprovechar los recursos naturales que se tienen, cuidándolos y desarrollándolos, incluyendo el inapreciable “recurso humano”, sobre el cual, hay sociólogos que sostienen que es el último y primero que habría que cuidar e impulsar, pues la humanidad depende, en alguna forma, de la misma humanidad para alcanzar sus objetivos temporales y eternos.

    Es fundamental no desperdiciar nuestros escasos recursos físicos y mucho menos desperdiciar o no aprovechar los recursos humanos, pues la población y las necesidades humanas siguen creciendo; es inaceptable que se pierdan recursos por falta de mantenimiento o por descuidar los recursos naturales o por la obsolescencia o por no lograr una mejor productividad o bien, por no estar al día en los avances científicos y tecnológicos.

    AMLO acabó de endeudar a Pemex y no le dio mantenimiento; una CFE sin más líneas de distribución; carreteras, puentes y aeropuertos mal atendidos; clínicas sin médicos, enfermeras, equipo y sin medicinas; un gobierno sin eficiencia. En ese sexenio no se crearon más empleos, no se invirtió en los recursos que ya se tenían y mucho menos se invirtió en más y mejor educación para los nuevos mexicanos que cada año exigen más y mejores escuelas, mejores maestros y mejor tecnología.

    El gobierno de AMLO, para lograr apoyo ciudadano, decidió “repartir dinero”, creyendo que si aumentaba el consumo, mejoraba la economía, pero el dinero y el consumo es sólo una parte de la economía y en un momento dado, ni siquiera es la más importante, pues si no hay cosas para comprar, lo que se logra es la carestía, la inflación.

    Las remesas que envían los mexicanos que trabajan en el extranjero no son producto del trabajo en este país, es dinero que llega a México y se utiliza principalmente en el consumo, muy poco se dirige al ahorro y menos a producir cosas y proporcionar empleos.

    AMLO tomó como “enemigos” al sector empresarial, con algunas excepciones, al que sólo le permitió actuar para “ordeñar” sus empresas a través de impuestos y sanciones fiscales para financiar sus “obras insignia”, que hasta la fecha nada han aportado, excepto gastos; AMLO tampoco ha estimulado nuevas inversiones nacionales y muy pocos inversiones extranjeras, recursos extranjeros que, a diferencia de las remesas, sí viene a crear empresas, empleos, producción, tecnología e innovación y a mejorar la competitividad frente a otras industrias.

    El colmo de ese sexenio fue el abandono de la educación, sin recursos, sin programas coherentes, sin aprovechar las escasas escuelas y universidades, sin mejorar ni aprovechar al sector magisterial confundiéndolo con programas deshilvanados, ideologizados y retrógrados, lejos del nuevo panorama tecnológico en telecomunicación, internet, e inteligencia artificial, es decir, lejos de las ciencias del futuro.

    Los elementos “enfermizos” que quiso utilizar AMLO para “su fracasada economía de 4 por ciento anual de crecimiento del PIB”, se basó en:

    - Repartir dinero para estimular el consumo, no la economía.

    - Incrementar y aprovechar el enorme flujo de remesas producto del trabajo de los mexicanos en el extranjero, cuya producción se queda allá.

    - Dilapidó los ahorros nacionales que se tenían para prevenir desastres naturales y desequilibrios financieros.

    - Incrementó la deuda pública y los recursos fiscales para sus obras e inversiones “insignia”, de escasa productividad pero de un alto costo.

    - Dejó fluir los enormes ingresos provenientes del narcotráfico y de la delincuencia organizada, enfermando la economía.

    Estos elementos han constituido una “economía enferma”, que no sólo estancó el escaso crecimiento que se tuvo en sexenios anteriores, sino que la puso al borde de una futura recesión, con el agravante de que también puso en riesgo el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, con sus desplantes frente a la mayor economía del mundo, de la cual depende en un 75 por ciento nuestro comercio exterior.