Un sobreviviente tenaz

BUHEDERA
16/11/2023 04:01
    gfarber1948@gmail.com / @Farberismos

    Wikipedia: “Tsutomu Yamaguchi (Yamaguchi Tsutomu) (1916-2010) fue un ingeniero japonés, testigo y única víctima oficialmente reconocida que sobrevivió a la explosión de las dos bombas nucleares lanzadas por Estados Unidos sobre Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945.

    Historia

    Yamaguchi, ingeniero de profesión, se encontraba en Hiroshima de viaje de negocios el 6 de agosto de 1945. Aunque la explosión de la bomba nuclearse produjo a tres kilómetros de donde él se encontraba, resultó herido con quemaduras de gravedad en todo su cuerpo. Tres días después, cuando regresó a Nagasaki, su ciudad natal, revivió de nuevo la experiencia de una detonación nuclear. Yamaguchi se encontraba una vez más a unos tres kilómetros del centro de la explosión, salvando su vida.

    Aunque figuraba en la lista de los hibakusha de Nagasaki, no fue sino hasta 2009 cuando el Gobierno japonés reconoció también a Yamaguchi como superviviente de la bomba de Hiroshima, convirtiéndose en la única persona reconocida oficialmente por el Gobierno en haber sobrevivido ambos acontecimientos ocurridos durante los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, aunque existen otros casos no reconocidos por el Gobierno.

    En sus últimos años, Yamaguchi decidió contar su historia y se convirtió en un activista contra la creación de armas nucleares. Según reporta The Independent, él veía su terrible experiencia como un destino y un ‘camino sembrado por Dios’ para transmitir lo que pasó.

    Aunque Tsutomu Yamaguchi es la única persona que ha sido reconocida oficialmente como superviviente de los dos ataques nucleares, el Museo de la Paz de Hiroshima calcula que pudieron existir 165 personas con las mismas circunstancias”.

    https://www.muyinteresante.com.mx/historia/2162.html

    “El día en que Little Boy cayó sobre Hiroshima, Tsutomu Yamaguchi tenía una cita de trabajo. Era 6 de agosto de 1945. Con la fuerza de 4 mil grados centígrados, la bomba atómica produjo una devastación absoluta sobre la ciudad japonesa. En un radio aproximado de 4.5 kilómetros, los edificios y las personas quedaron incinerados por completo. Como pudo, el hombre logró salir de ahí.

    Tres días más tarde, Yamaguchi estaría llegando a Nagasaki. Llegó ahí buscando la seguridad de una ciudad alejada de la destrucción, del dolor y la pérdida avasalladora. Nunca se imaginó -como tampoco el gobierno de Japón- que Estados Unidos y las fuerzas aliadas detonarían una bomba más ahí mismo. A las 11:02, los relojes de Nagasaki se detendrían: en ese momento, se detonó la segunda bomba.

    Ni siquiera la fuerza de dos detonaciones de fisión nuclear pudieron quitarle la vida a Tsutomu Yamaguchi. Según la cobertura de El País, el hombre originalmente visitó Hiroshima por cuestiones de trabajo. Ese día, el avión estadounidense Enola Gay soltaría la primera bomba atómica de la historia, utilizada con fines militares.

    Esa noche, el hombre tuvo que recuperarse de las graves quemaduras que sufrió a raíz de la explosión. Expuesto a la radiación y sin recursos para obtener una atención médica adecuada, tuvo que pasar la noche en vela. Cuando pudo pararse nuevamente, emprendió un viaje de regreso a Nagasaki, su ciudad natal. No pasó ni siquiera una semana antes de que Yamaguchi recibiera el impacto de una segunda fisión nuclear.

    Llegó a casa el 9 de agosto de 1945, cuando la bomba llamada ‘Fat Man’ se detonaría sobre la ciudad. Aunque el efecto no fue tan catastrófico como el de ‘Little Boy’ -ya que la ciudad era montañosa, y originalmente no era el objetivo de la milicia estadounidense-, terminó con la vida de miles de personas. Los pocos sobrevivientes estuvieron expuestos a la radiación por décadas.

    Se estima que 140 mil personas perdieron la vida en Hiroshima. En Nagasaki, se tiene registro de unos 70 mil decesos. Las cifras son meras aproximaciones: no hubo manera de llevar un conteo preciso de cuántas personas murieron como consecuencia de las detonaciones, ni cuántas más sufrieron estragos vitalicios, ni las generaciones que padecieron las consecuencias de la radiación”.