A diferencia de la Ciudad de México, que cuenta con una alarma sísmica única en el mundo, en Chile -país en el que nací y crecí- los terremotos llegan en silencio. Mismo silencio que hoy impera al preguntarnos por el estado de los aprendizajes de niñas, niños y jóvenes en México, y más específicamente en Sinaloa.
En la actualidad, lo que cada niño sinaloense ha aprendido es una historia visible únicamente para sus maestros, para su familia y para ellos mismos. Y esto en el mejor de los casos.
Si todas las escuelas lograran ofrecer a sus alumnos las oportunidades necesarias para ser personas autónomas, con la capacidad de construir un proyecto de vida personal y de contribuir al bien común, no habría de qué preocuparse.
Pero quienes nos dedicamos al estudio sistemático de la realidad educativa del País sabemos que la realidad actual no es así.
Por ello, en Sinaloa, la Secretaría de Educación Pública y Cultura (SEPyC) necesita dar suma prioridad a diseñar e implementar estrategias para tener evidencia respecto a la situación general de los aprendizajes de la amplia mayoría de los alumnos.
A 17 meses del inicio del cierre de escuelas, la Secretaría de Educación Pública (SEP) y la Comisión para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) anunciaron la creación de instrumentos de evaluación diagnóstica para que los docentes puedan aplicarlos, creando también orientaciones para su correcta aplicación y uso.
Pero la creación de estos materiales aún no es acompañada de una estrategia de evaluación, ni censal ni muestral, que brinde un panorama confiable respecto a cómo afectó al aprendizaje de los estudiantes de México la pandemia educativa causada por los prolongados cierres escolares.
Hoy debe conocerse en qué grados, niveles, asignaturas, y bajo qué contextos y condiciones, se concentra la mayor necesidad de apoyo educativo. Sin ello, cualquier proceso de recuperación se llevará a cabo a ciegas.
Sinaloa no tiene por qué quedarse a merced de la lentitud y parsimonia del nivel federal. La llegada de una nueva administración al Gobierno del Estado y el inicio de una nueva Legislatura le dan a los nuevos líderes sociales y políticos en el estado la oportunidad de innovar, a través de medidas como la creación de un instituto local para la evaluación educativa que ponga el dedo del renglón en una de las prioridades de cualquier sistema educativo efectivo: el aprendizaje.