Tras el anuncio del veto a TikTok en Estados Unidos el 19 de enero, un día antes del regreso de Donald Trump al poder, los usuarios de ese país y las marcas con estrategia de contenido en la plataforma se mostraron tristes, desconcertados, vulnerables... creando videos entre lágrimas, agradeciendo, despidiéndose y rememorando sus inicios dentro de la plataforma y el impacto que tuvo en sus vidas.
¿Por qué sucedió esto? ¿Por qué el anuncio de un baneo de una red social provoca una respuesta emocional tan intensa? ¿Por qué esta red social es tan importante para sus usuarios?
Ante la situación que envuelve a la plataforma y los problemas que enfrenta en Estados Unidos, los usuarios han mostrado preocupación genuina por esta red social: ¿Qué sucederá con TikTok? ¿Qué será de nosotros sin ver ni subir videos a TikTok? ¿Cómo imaginamos un mundo en el que TikTok ya no esté? Un gran momento para reflexionar sobre esta red social con un impacto innegable, tanto en su cara amable (empoderamiento narrativo de los usuarios) como en su lado B (herramienta de desinformación).
TikTok es un fenómeno intergeneracional que, en un contexto propicio para su desarrollo, llegó a revolucionar el mundo de las redes sociales.
Tras la pandemia de Covid 19 que llevó al mundo entero a un estado de confinamiento, surgió la necesidad de los usuarios por obtener diversas formas de entretenimiento y comunicación, una distracción de la realidad a la que nos estábamos enfrentando. TikTok, como una aplicación con videos cortos en un formato vertical, resultó ser bastante atractiva, una nueva forma de distraerse. Hasta el punto de ser la red social que mayor auge obtuvo, ganando popularidad a nivel mundial, logrando ser la aplicación con mayor cantidad de descargas en 2020.
Las personas comenzaron a usar la red para subir videos de su vida, narrada de modo autoetnográfico, es decir, contada por ellos mismos. Quienes los veían se sentían identificados y se animaban a hacer lo propio. Con TikTok, millones de usuarios se convirtieron en creadores de contenido de la noche a la mañana. Otros tantos se convirtieron en stalkers de la vida de ciudadanos “anónimos”. Para muchos, comenzó a ser la principal fuente de información de los temas más banales hasta los más serios. TikTok pasó de ser una simple red social, a un fenómeno de transformación social.
TikTok ha brindado a los usuarios empoderamiento narrativo, permitiéndoles ser conscientes de sí mismos y contar su propia historia desde sus experiencias, no sólo democratizando, sino subjetivando o apropiándose de la comunicación. En TikTok no es el sistema político y social oficialista quien cuenta las historias, sino los propios usuarios mostrando cómo quieren ser vistos por el mundo.
TikTok, mediante su algoritmo y sección FYP (for you page) ha logrado conectar a millones de usuarios para escuchar, mutuamente, sus historias. Así, en un Story Telling masivo, algo que comenzó siendo distracción ha logrado crear una comunidad global.
Pero no es oro todo lo que reluce, pues esa libertad narrativa de la que hace gala tiene su lado B. No hay filtros, cada quién cuenta lo que quiere, como quiere, y pareciera que, por el simple hecho de aparecer en dicha red social, las palabras cobran legitimidad inmediata, sin ser contrastadas, sin fuentes, sin validaciones...
Si a esto le sumamos que hoy TikTok mucho más que una mera fuente de entretenimiento es uno de los principales medios de información de la población, estamos ante el caldo de cultivo perfecto para la desinformación y las fake news, y ante un vehículo ideal para la propaganda, con una velocidad de difusión inaudita.
Para la propaganda de los archienemigos de Trump, claro: Rusia, China, Palestina... (que, a veces, se nos olvida que TikTok es una red social china).
Un estudio realizado por NewsGuard, plataforma de periodismo y tecnología especializada en combatir la desinformación, ha revelado que TikTok ha proporcionado cantidad ingente de desinformación sobre la guerra entre Rusia y Ucrania, convirtiéndose en portal de propaganda rusa. Y, como no podía ser de otra manera, es el canal por excelencia de la propaganda China, usado para mostrar a los usuarios una avalancha de promoción de temas relacionados a la economía, tecnología y patrimonio cultural de China, entre otras temáticas.
Lo raro hubiera sido que Trump o Biden no la hubieran prohibido en su país.
TikTok, al ser una red social que permite pluralidad de narrativas sobre identidades (migrantes, LGBTQ+, trans, afro, etc.), representa una amenaza para el gobierno de Estados Unidos y especialmente el de Trump, el cual intenta crear una única narrativa de Nación (“Make America Great Again” y sus implicaciones discriminatorias). TikTok es una pantalla donde Trump pierde el control de interpretación de la realidad. Esta rebeldía digital de contar la propia historia de un modo distinto a la visión oficialista e, incluso, académica, hace que TikTok represente para el nuevo gobierno de Estados Unidos una fractura a los estereotipos raciales, de género y clase que le dan sustento a su legitimación.
El futuro de TikTok es incierto; aún se desconoce qué sucederá. Solo unas horas después de haber cerrado la plataforma, el Presidente Donald Trump otorgó un plazo de 75 días para decidir qué medidas se tomarán ante los acuerdos que se lleguen con la compañía de ByteDance.
Más allá de los intereses de Trump, es un gran momento para la reflexión y para poner sobre la mesa, una vez más, el gran dilema de las redes sociales: ¿fuentes de empoderamiento informativo o estanques de fake news? Ambas cosas, seguramente, al mismo nivel. Y justo por eso, lo importante -y nuestra responsabilidad- es ser más críticos, desconfiados y conscientes sobre el contenido que consumimos en redes sociales (y, en cualquier medio). Y tú ¿te imaginas sin TikTok en tu teléfono?
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La autora es Ashly González (@AshlyGlez_G), recién egresada de la Licenciatura en Mercadotecnia por la Universidad Autónoma del Estado de México, alegre, creativa y curiosa.
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