Donald Trump reculó, de nuevo suspendió su propia orden. No habrá impuesto extra para los productos manufacturados en México o en Canadá por lo menos en los próximos 28 días. La celebración no se hizo esperar, de este lado de la frontera, del otro y de la otra que está más al norte, la noticia se toma con agrado.
No se trata de una concesión “benevolente” en el marco de la “buena” relación entre vecinos. Se trata de un viraje a lo real, el retorno a la realidad de aquél que en discursos cree tener el control absoluto de los mercados mundiales, pero que en el fondo sabe lo dependiente de la economía de su país a las importaciones y proveedurías que el mundo ofrece.
El principal medio de transporte de mercancías en los Estados Unidos es por tráileres o tractocamiones en las carreteras estadounidenses que cruzan como serpientes la Unión Americana. La famosa ruta 66 llamada “main street of America” que va desde Santa Mónica en California hasta Chicago en Illinois, o la I90 con sus más de 4 mil 990 kilómetros que cruzan desde los bosques de Seattle en el Pacífico hasta Boston en Massachusetts. O la ruta 101 que bordea el Pacifico desde California hasta Canadá y muchas más.
Según Allen Group, en los Estados Unidos todos los días más de 15.5 millones de camiones comerciales (trailers) mueven mercancías de todo tipo en las carreteras interestatales y locales. Esta industria genera ingresos anuales por 255.5 mil millones de dólares repartidos en 500 mil empresas.
Según datos del IMCO, el 34 por ciento de este mundo de camiones son de manufactura mexicana, hechos de este lado de la frontera del Río Bravo, 16 por ciento en Canadá, 16 por ciento en Japón y 12 por ciento en Corea del Sur. Imponer aranceles generalizados golpearía cruelmente a esta industria que desde la pandemia no ha podido recuperarse del todo. Varios expertos hablan de la crisis del transporte de mercancías en los Estados Unidos y la decisión de Trump sería para esta industria estratégica, el primer balazo en el pie.
Ahora bien, más de 15 millones de unidades motoras requieren mantenimientos y reparaciones. En el mundo no hay país que provea a los Estados Unidos de más autopartes que México, el 45 por ciento de sus importaciones vienen de acá, del país donde gobierna su elogiada homóloga Claudia Sheinbaum. No hay manera de sustituir al principal proveedor de la noche a la mañana, ni en sueños.
Encarecer por decreto la cadena de suministros de los Estados Unidos, traería como consecuencia inmediata e inminente un encarecimiento en la mayoría de los productos que se transportan, ¿se imagina cuáles son estos? Efectivamente, alimentarios y perecederos.
Nadie debe confundirse y pensar que Trump detuvo su orden presidencial por los “acuerdos” con México o Canadá. Entre los expertos más profundizan en el análisis de consecuencias inmediatas y de corto plazo, son más evidentes las dificultades que pasarían los ciudadanos y votantes norteamericanos. Este tema de tráileres, camiones y autopartes, es apenas una muestra de botón.
¿Qué más les vendemos a los vecinos? Bueno, cierto es que frutas, hortalizas, granos y otros alimentos, pero eso no “pinta” en comparación con la industria farmacéutica y de aparatos e instrumentales médicos, o la proveeduría de cables y alambres eléctricos indispensables para el desarrollo de la infraestructura de energía y telecomunicaciones. Tractores para la producción agrícola, un poco de computadoras y celulares que son maquilados en nuestro país.
La decisión arancelaria no es fácil por el alto nivel de dependencia tanto de proveedores y de compradores. Claro que esto no nos exenta de que en un mes más o dos, nos ponga a chaleco impuestos en el tequila o en las cervezas mexicanas, en el aguacate, los tomates o el maíz. Todo puede suceder con Donal Trump, que en México tiene obnubilados a varios que lo ven como “el gran estratega” como el “todopoderoso”, así, sin mayúsculas.
Si algo nos dice la historia es que el poder político siempre es de “momentos” y, como toda luz, lo que brilla se apaga. Hoy es el momento Trump, pero: “No para siempre en la tierra, sólo un poco aquí. Aunque sea de jade se quiebra y aunque sea de oro se rompe”, decía atinadamente Nezahualcóyotl, nuestro rey poeta. Luego le seguimos...