Un fichaje extraño

    Mi agradecimiento a Noroeste por mis casi 25 años en favor de un periodismo libre para Sinaloa.

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    Rubén Rocha Moya, Gobernador del estado de Sinaloa, desde antes de asumir el cargo buscó de hacerse de un grupo compacto variopinto que proviene de la Universidad Autónoma de Sinaloa.

    En el primer gabinete destacan Tere Guerra, Secretaria de la Mujer; Héctor Melesio Cuén, Secretario de Salud; y Graciela Domínguez, Secretaria de Educación y Cultura; y José Ibarra Valdivia, como jefe de asesores, sin embargo, de aquel gabinete salió Héctor Melesio Cuén.

    Aquel grupo compacto se extiende al Congreso del Estado donde Feliciano Castro es el presidente de la Junta de Coordinación Política y José Antonio Ríos Rojo, el secretario general, por debajo están varios diputados que son sus operadores en temas específicos como es el caso de José Manuel Luque Rojas, presidente de la Comisión de Educación quien; junto con Feliciano Castro, quienes han sido los artífices de la “armonización” estatal de la Ley General de Educación Superior.

    Un primer vistazo de los nombres podría indicarnos que es una nueva versión del grupo rochista que conocimos y tuvo el control de la UAS, entre 1993 y 1997, ahora si lo vemos en clave de los grupos políticos de antaño, sabemos que hay de chile, mole y de manteca, que el poder diluyó lo que en las gestas de los años setenta y ochenta llegó por momentos a ser irreconciliable o mejor cíclico en los procesos de sucesión rectoral. Alguna vez José Luis Guevara dijo: Todos hemos estado con todos.

    El poder uniforma y todos ellos, están en el bando que busca alcanzar la UAS, para los fines de la mezcla morenismo-rochismo, sólo que la idea de que el proceso de captura se llevaría a cabo rápidamente -como Putin pensó que sucedería con la invasión de Ucrania- tiende a ir más allá de lo esperado en el tercer piso del Palacio de Gobierno al grado que se acerca peligrosamente al proceso electoral 2023-2024.

    Por eso la desesperación y la urgencia de alcanzar una victoria jurídica desechando todo aquello que le estorbe para inhabilitar al Rector Jesús Madueña Molina y buscar imponer en el mediano plazo a un Rector cercano a los intereses de la coalición de gobierno morenista-rochista.

    A la par de este proceso de captura institucional está el inesperado fichaje de David Moreno Lizárraga, ex Rector de la UAS entre 1989-1993 al que Rocha Moya acompañó como secretario general para de ahí saltar a la rectoría en 1993.

    Una vez asumido el cargo, recordemos, empezó una persecución en contra del grupo de Moreno Lizárraga a los que acusó de corrupción, incluso, fue tan fuerte que el ya ex Rector salió huyendo del estado para autoexiliarse en Arizona donde se dice estuvo los cuatro años de la gestión rectoral del hoy Gobernador.

    Regresó a Sinaloa cuando la UAS tenía como Rector a José Luis Guevara Reynaga y con la clara voluntad de limpiar su nombre de cualquier mancha de corrupción y se dice llevó a cabo dos acciones: Una, solicitar al nuevo Rector un espacio en la agenda del Consejo Universitario para dirigirse y explicar a los consejeros los motivos de la persecución de que había sido objeto y que lo habían llevado al autoexilio y la otra, demandó a la Universidad por daño moral, obteniendo una sentencia a su favor y la UAS fue sentenciada a reparar el daño pagando 20 pesos, sí 20 pesos, lo que ipso facto cubrió de su pecunio Higuera el entonces abogado general.

    No se supo que la relación personal entre Rocha y Moreno hayan mejorado con el paso de los años y los universitarios de la época pensaron que la distancia entre ambos sería para siempre, sin embargo, el poder hace milagros y esta semana, fuimos testigos, de la foto donde ambos están sonrientes como una muestra de que lo “pasado, pasado”.

    Y, Moreno Lizárraga es el nuevo y flamante subsecretario de Planeación, Inversión y Financiamiento de la poderosa Secretaría de Administración y Finanzas del Gobierno del Estado que de acuerdo con un documento oficial tiene como responsabilidad “definir y establecer recomendaciones para la generación, homologación, estandarización y actualización de los indicadores de desempeño de los programas operados por las dependencias y/o entidades públicas de la administración pública del Estado de Sinaloa”, es decir, su ámbito de actuación es el gobierno.

    Ahora bien, siendo Moreno Lizárraga ingeniero bioquímico causó asombro que fuera asignado a una dependencia de finanzas del Gobierno del Estado. Muchos se han preguntado por qué ahí y no en otra área ad hoc a su formación profesional.

    Y, pronto salió el peine, a esta subsecretaría nos dicen, le toca negociar el subsidio estatal de la UAS y esto en un momento climático como el que estamos viendo adquiere una dimensión estrictamente política. No hay que quebrarse mucho la cabeza para saber que Moreno Lizárraga hará la política del tercer piso, es decir, revisar la solicitud con lupa y eventualmente condicionar la dotación de recursos a lo que ha sido una obsesión en este gobierno que es vulnerar la autonomía universitaria.

    O sea, si no me equivoco, el afable Gordo Moreno, jugaría un triste papel en todo este intento de captura de la institución rosalina y no sería fácil su trabajo bajo una atmósfera a favor de la autonomía universitaria ni tampoco su bonhomía para lograr una intermediación eficaz.

    Ya el grupo dirigente de la UAS ha tomado medidas en todos los escenarios demostrando que también ahí hay un grupo compacto y, si el Rector Madueña Molina es inhabilitado, no sólo se elevará la tensión en el estado si no está listo ya el relevo con el hoy secretario general Robespierre Lizárraga Otero, quien ha sido una pieza clave en la defensa jurídica de la autonomía universitaria y hoy cuenta con un amplio reconocimiento en las bases universitarias aunque, dirán algunos, no cumple los requisitos que son los mismos de un Rector previsto en el artículo 33 de la Ley orgánica de la UAS y en el 43 del Estatuto.

    Pero, lo entendió bien el Gobernador, cuando afirmó que si lo elige el Consejo Universitario no hay manera de evitarlo. Es una decisión política.

    El fichaje de Moreno Lizárraga, entonces, no parece ser la pieza que le falta al Gobernador en su estrategia contra la institución y es que se necesita, para empezar voluntad política, dar un paso atrás a la confrontación, abrir el diálogo, hacer política y evitar la judicialización que lo único que va a lograr es que los universitarios tomen las calles como lo hicieron contra el autoritarismo de Antonio Toledo Corro.

    En definitiva, el grupo compacto neorochista está metido en un callejón sin salida en una suerte de fuga hacia adelante y podrá inhabilitar al Rector Madueña pero, el problema persistirá y un valor de la buena política es resolver problemas no complicarlos y menos crearlos.

    Al tiempo.