"¡Un banquete emocional!"
Todavía estoy en el gustoso sabor de boca que dejó en mí el Primer Congreso Digital de Inteligencia Emocional, bajo la producción y la organización de ASNIE desde Valencia España.
Tener la oportunidad de convivir y compartir con gente que respetas y admiras siempre es un gusto enorme, escuchar sus ponencias y participaciones es continuar por el camino del aprendedor constante.
¡Uff! cuánto aprendizaje en tres horas de duración. Saber que más de 2 mil personas se registraron para conocer acerca de la importancia de la Inteligencia emocional es asumir que sigue creciendo la consciencia de que “tener la razón” no es suficiente para vivir en bienestar, que como seres humanos tenemos el reto gigante de regalarnos el “Permiso de sentir”, tal como lo menciona Marc Brackett en su famoso libro del mismo nombre, eje del programa RULER que desarrolla en la Universidad de Yale en los Estados Unidos.
En ese viaje del autoconocimiento, cuánta certeza genera conocer el sinfín de estudios e investigaciones que tratan de interpretar desde cuándo necesitamos permiso para sentir. Es un hecho que todos tenemos sentimientos que varían de una afectividad a otra con mayor o menor frecuencia, por lo que esta pregunta nos puede llevar hasta la molestia, porque sería afirmar que dejar de sentir es como dejar de respirar puesto que son nuestras emociones las que nos hacen humanos y el gran reto no está en el sentir, sino en el dejar de fingir por mantener roles establecidos que nos ha impuesto una sociedad al borde del caos en estos momentos históricos.
Y ese fingir nos hace más vulnerables, nos desnuda emocionalmente obligándonos a realizar cosas que muchas veces desearíamos no haber hecho nunca. Y muchos de nosotros podemos perdernos en el rumiar constante, como lo diría Joaquín Sabina: “No hay nostalgia peor que añorar aquello que nunca jamás existió”, así de redundante como la frase es la oportunidad de reconocer y empezar un proceso de desaprender para volver a aprender de nuestros hábitos emocionales.
Ahí radica la importancia del banquete emocional que me dejó este primer congreso. Escuchar al gran Natalio Extremera con su cúmulo de aportaciones como investigador y desarrollador de un programa de intervención en inteligencia emocional y psicología positiva como herramienta para reducir el burnout y fomentar bienestar en el profesorado. Ante la necesidad urgente, resuena su invitación a iniciar con un programa de entrenamiento serio y profesional para todos los que están al frente de grupo en las aulas presenciales o virtuales. Diría mi madre: “Nadie da lo que no tiene”, datos relevantes para tomar decisiones rápidas en el sector de la educación, donde se forman los futuros líderes de nuestro planeta. Te invito a seguirlo en redes sociales con las publicaciones de los resultados de sus investigaciones, que se han recogido en revistas de carácter internacional: Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, International Journal of Selection and Assessment, Ciencia y Trabajo, Ansiedad y Estrés, Psychosocial Intervention, Journal of Happiness Studies.
Escuchar los pasos para el manejo de la emoción en estos momentos de crisis mundial por nuestro amigo chileno Sergio Nuño, con todo su expertise docente en procesos cognitivos, afectivos y evaluación de la personalidad, es una invitación para reflexionar sobre cómo generar mejores espacios para vivir con mayor bienestar.
Un viaje de fantasía fue recorrer el proyecto de Colegios Zola, ¡cuántos retos afrontados con liderazgo y entusiasmo por el equipo lidereado por Cynthia de la Torre y Marta Morales! Un sabor dulce el reconocer que hay instituciones educativas que se mueven con fuerza hacia la educación positiva.
Durante todo el tiempo, la inteligencia de Marissa Sancho e Inés Torremocha, exitosas coaches y líderes empresariales que fundamentan sus logros en el uso de intervenciones de transformación con bases científicas, obviamente aplicando programas de inteligencia emocional.
Y así llega el maestro de maestros, mi querido amigo Miguel Ángel Díaz Escoto, el “presi”, quien cierra de manera contundente con un recordatorio del impacto en la productividad de las organizaciones cuando sus líderes asumen el reto de navegar por el mundo de la inteligencia emocional sin miedo a sentir y reconocer.
Ante ese banquete solo queda mi gratitud por la invitación a participar, por permitirme seguir aprendiendo de cada uno de ellos, pero más aún por darme permiso para sentir que hay esperanza en un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo. Y qué decir de la oportunidad de conocer el programa PREXIE para capacitarte como experto en inteligencia emocional con un grupo de docentes que harán magia. Puedo ampliar la información a través de mis redes sociales.
Hoy mis emociones siguen elevadas y tus comentarios en mis redes me permiten mantenerlas vigentes. Nos vemos en @LicOscarGarciaCoach.