Trump no come lumbre

    Por esto, la declaración subida de tono del Presidente electo de los Estados Unidos debe ser tomada con cautela. Ninguna amenaza es para desatenderla, menospreciarla o hacer como que no sucedió. Pero debemos poner en su justa dimensión los dichos, de los hechos, y en ese sentido, muchas cosas de las que hoy dice Trump están dentro de la misma narrativa retórica con la que comenzó su primer periodo de gobierno.

    La amenaza es clara y directa, Donald Trump lo dijo: “de no contener el tráfico de migrantes y de drogas, Estados Unidos impondrá un arancel hasta del 25 por ciento en los productos provenientes de México”. La respuesta de Claudia Sheinbaum no se hizo esperar, en contundente epístola dijo que la solución a los problemas comunes no llegará con amenazas o aranceles.

    Trump tiene una larga lista de reclamos a nuestro País y en general a la comunidad migrante. Antes de tomar posesión en su primer mandato presidencial, aseguró que México pagaría el muro fronterizo para la contención migratoria, y que además en su periodo de gobierno se incrementarían las redadas para deportar “la mayor cantidad de inmigrantes a sus países de origen”.

    Ni lo primero, ni lo segundo. El muro fronterizo no se realizó en su gobierno, diversas organizaciones nacionales e internacionales promovieron amparos y resoluciones para que esta locura de hacer una colosal barda -pagada por los mexicanos- quedara sin efecto. Lo que sí sucedió es que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador multiplicó la fuerza policial para encargarse de la detención arbitraria de migrantes en tránsito por México. Las caravanas migrantes que cruzaban de la frontera sur a la norte, fueron detenidas, amenazadas y violentadas en diversos puntos del País.

    Por otro lado, según datos de la Patrulla Fronteriza retomados por la BBC, afirman que fue durante el gobierno de Barack Obama cuando se reportó la mayor cantidad de deportaciones masivas. Con Geroge W. Bush el gobierno de origen republicano aprobó la expulsión de 2.1 millones de migrantes, mientras que en la administración de Obama llegaron casi a los 3 millones.

    Durante el periodo de gobierno de Donald Trump, la cifras en las deportaciones fue de un 25 por ciento menos que en el periodo demócrata anterior. El número de arrestos fue de 310 mil 553, la más baja en casi medio, siglo según reportó el periódico británico. Los países más afectados fueron Guatemala, Honduras y El Salvador, el migrante proveniente de México no fue el principal objetivo del empresario.

    Por esto, la declaración subida de tono del Presidente electo de los Estados Unidos debe ser tomada con cautela. Ninguna amenaza es para desatenderla, menospreciarla o hacer como que no sucedió. Pero debemos poner en su justa dimensión los dichos, de los hechos, y en ese sentido, muchas cosas de las que hoy dice Trump están dentro de la misma narrativa retórica con la que comenzó su primer periodo de gobierno.

    ¿Realmente le conviene comenzar a Estados Unidos una guerra comercial con México? Por supuesto que no. La relación de múltiples dependencias que tenemos nosotros para con ellos y ellos para con nosotros, pondría contra las cuerdas a nuestro País, pero de la misma forma a los Estados Unidos.

    Si México recibe una sanción del 25 por ciento de aranceles a todos los productos, el daño a nuestra economía sería catastrófico, pero no menos grave sería lo que sucedería para la cadena de suministros, logística y diversos negocios que tienen miles de empresas norteamericanas con nosotros.

    Llegaría una de las crisis en las cadenas de producción más grandes a las que nuestros vecinos se enfrentaran, con una repercusión inmediata en la industria automotriz, de computadoras, procesadores, pantallas, industria médica y otros del orden agroalimentario fundamentales para el desarrollo de la potencia mundial número uno del mundo.

    Pocos quieren ver que la relación comercial formada en décadas entre México y Estados Unidos es de mutua dependencia para los dos países. De dar paso a las sanciones, la declarada sería una guerra fratricida que cambiaría el mapa geopolítico mundial y pondría a nuestro vecino país -y por supuesto a nosotros mismos- en una crisis sin precedentes.

    China y otras economías asiáticas se frotan las manos ante las primeras declaraciones irreflexivas de Donald Trump, nadie como ellos estarían tan deseosos de que se configurara el escenario, que a reflexión de este columnista es un asunto de presión política. Donald Trump no come lumbre, la crisis generada en una decisión como la velada en la amenaza, le dejaría tantos problemas que no le alcanzaría el periodo de gobierno que aún no inicia para remendarlos. Luego le seguimos...

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    jesusrojasriver@gmail.com