Voy a hablar en primera persona.
De las candidatas sinaloenses de Morena a un cargo de representación popular conozco cercanamente a tres: Tere Guerra, Imelda Castro y Estrella Palacios.
A Tere la conocí en la Universidad Autónoma de Sinaloa hace más de treinta años. Desde un principio me pareció una mujer con una personalidad fuerte y a la vez cálida. Su inteligencia y sólida preparación académica hacían que, con su presencia física, se hiciera visible en cualquier escenario. Tuve la oportunidad de comentarle un libro ante el Dr. Néstor del Buen, uno de los más grandes abogados laboristas de México. Creo que esa obra es de las pocas que hacen un estudio comparado de los derechos laborales en Estados Unidos y México. Es un texto muy útil para ver las coincidencias y diferencias de las leyes del trabajo entre ambos países. Si no me equivoco Tere lo escribió en el contexto de las discusiones para firmar el TLC de Norteamérica.
Posteriormente coincidimos, entre 1995 y 2008, como articulistas del diario Noroeste. Su manuscrito no me lo perdía porque en la gran mayoría de los casos abordaba temas de la política sinaloense, algo poco tratado por académicos en el diarismo estatal, hasta que lo impulsó nuestro periódico a fines de los ochenta y consolidó de los noventa en adelante.
Cuando, a partir de 2005, Héctor Melesio Cuén arribó a la Rectoría de la UAS y se inició la negra y larga noche del control dictatorial y el uso político de la institución, fuimos muy pocos los universitarios que, a través de nuestros escritos, criticamos y nos opusimos, desde entonces, a esa desviación patológica. Dentro de ese puñado estaba valientemente Tere Guerra.
En un tono más personal tengo una imborrable deuda moral con Tere porque ella fue la universitaria que, con el periodista Francisco Cuamea, me mostró su más plena solidaridad al acompañarme a hacer una denuncia legal contra Melesio Cuén en un momento en el que mi seguridad corría peligro debido a las implícitas amenazas de muerte de gente allegada al entonces Alcalde de Culiacán contra mí, publicadas por un diario local en un desplegado sin firma y, por lo tanto, ilegal. Tere no tan sólo me asesoró legalmente sino también en sus artículos expresó abiertamente su compañerismo y su constante crítica a los desvaríos del cuenismo.
Pero, lo más importante de la trayectoria activista y política de Tere, y lo que más debe importar a la sociedad sinaloense, es la lucha que ha sostenido desde hace varios años en defensa de las mujeres. Esta causa, sin duda, la llevará al Congreso del Estado de Sinaloa.
Imelda Castro, al igual que Tere, la conocí en los ámbitos académicos cuando ella recién retornaba de concluir una Maestría en Ciencia Política, cursada en Zacatecas. En ese momento Imelda estaba en el dilema de iniciar una carrera académica o continuar en la actividad política. Yo le recomendaba la vida en las aulas y los centros de investigación porque tenía mucha madera para esos campos; pero, finalmente, se inclinó por la vocación política.
Acertó porque ha logrado desarrollar una ya larga y firme carrera política iniciada en la década de los noventa con el PRD. Regidora en Culiacán, dos veces Diputada en el Congreso local, ex candidata al Senado de la República en 2001 y nuevamente candidata, ahora ganadora al mismo Senado en 2018, representando a Morena.
Discreta y paciente, pero muy eficaz en su estilo de hacer política, supo ganarse la candidatura a la reelección que, según las encuestas conocidas, la van a volver a colocar en la curul del Senado. Y, no tan solo eso, sino con altas probabilidades, tres años después, de ser candidata a la Gubernatura de Sinaloa porque Claudia Sheinbaum, la que muy probablemente será la primera Presidenta de México, con seguridad apoyará la tendencia de que más mujeres encabecen los destinos políticos de este País.
Imelda, a diferencia de la gran mayoría de mujeres y hombres con altos cargos políticos, además de discreta es una mujer sencilla, con los pies en la tierra. Seguramente porque no olvida su origen rural en Agua Caliente de Cebada, una pequeña población de Sinaloa municipio.
Nunca me imaginé que Estrella Palacios, una linda y decidida niña que conocí a los 6 o 7 años, llegaría a incursionar en la política, aunque ella a esa edad tampoco se imaginaba que iba a ser Reina del Carnaval de Mazatlán. Por lo que vemos es una joven mujer que le gusta romper estereotipos y para eso se necesitan inteligencia, carácter, carisma y buena fortuna. Ser candidata a la Alcaldía de un municipio tan importante como Mazatlán es el mejor ejemplo. Aún sin experiencia política, rápidamente la entendió - en gran parte porque nació en una familia donde se desayunaba, comía y cenaba esa sustancia. Hizo una campaña con mucha frescura y energía, sin estigmas de ningún tipo porque es una mujer sin mácula. De paso, Estrella demostró que no es obligatorio tener una trayectoria partidaria, ni presumir estudios de abogacía, economía y otras ciencias sociales para ser una candidata ganadora y poder gobernar un municipio relevante. Lo más importante es la capacidad de mando, conocer el municipio, deseo de servir, honestidad, eficacia, sencillez, humildad, compromiso con el pueblo. Y no perder el piso.
Los indicios demoscópicos de esta semana confirman que la ventaja de Claudia sobre Xóchitl es irreversible. Ni votando todos los indecisos en favor de la hidalguense le alcanzarían para acercarse a la ex Jefa de Gobierno de la CDMX. C’est tout.
-
santamar24@hotmail.com