Tres alcaldes que boicotean a la Unipol
Pésimos policías, pero buenos negocios

OBSERVATORIO
    Persiste el injustificado interés de relegar el esfuerzo que se realiza en Sinaloa en pro de la tranquilidad ciudadana, al prevalecer la práctica de políticos municipales que creen que rebelándose a acciones estatales se fortalecen como poderes autónomos, en repúblicas fundadas en la insubordinación

    A pesar de que es la apuesta a largo plazo del Gobernador Rubén Rocha Moya en lo que respecta a seguridad pública, no a todos los alcaldes de Sinaloa les ha caído el veinte sobre lo que significa la recién creada Universidad de la Policía, pues todavía gastan enormes cantidades de sus erarios para contratar en otros estados, entre más alejados y caros es mejor, la capacitación de las corporaciones policiacas. Tienen el caviar en casa y se les hace agua la boca por la bazofia que les venden afuera.

    Persiste el injustificado interés de relegar el esfuerzo que se realiza en Sinaloa en pro de la tranquilidad ciudadana, al prevalecer la práctica de políticos municipales que creen que rebelándose a acciones estatales se fortalecen como poderes autónomos, en repúblicas fundadas en la insubordinación. Quien sabe por qué, aun siendo conscientes de que prescinden de algo que sí les sirve, determinan asumir ese el raro chauvinismo provinciano.

    Paradójicamente, la Universidad de la Policía capacita a agentes de otros estados, como es el caso de Nayarit, y ampliará la cobertura a Baja California Norte y Sur, Sonora y Chihuahua, mientras en Sinaloa hay presidentes municipales que acuden a organismos y despachos foráneos no porque desconfíen de la institución local sino por la mentalidad política que pondera el beneficio personal que dejan tratos con particulares nada transparentes pero muy provechosos para quien privilegia a proveedores que cobran mucho a cambio de nada.

    Por ejemplo, recientemente concluyeron el Curso de Formación Inicial en la Unipol 23 agentes preventivos de Rosario, Sinaloa, Angostura, Guasave y Escuinapa, adquiriendo conocimientos en Protección Civil, Derechos Humanos, Radiocomunicación, Acondicionamiento Físico y Primer Respondiente, sin que los tres principales municipios (Culiacán, Mazatlán y Ahome) estén acudiendo a dicha Universidad a instruir a sus elementos. ¿De qué lado van en la mejora de la seguridad pública los alcaldes Jesús Estrada Ferreiro, Luis Guillermo Benítez Torres y Gerardo Vargas Landeros?

    Deberían ser investigados los convenios que tienen algunos ayuntamientos con capacitadores distantes, de Chiapas en lo que se refiere a Ahome y Culiacán y de Sonora en el caso de Mazatlán, transparentando tanto lo que el desdén a la Unipol significa para las finanzas públicas como la efectividad de conocimiento y destrezas que adquieren los policías. Provoca la desconfianza pública el hecho de pasarles de noche la existencia de una opción propia que escaló su oferta académica a tres licenciaturas y seis posgrados.

    Los recursos federales y estatales que reciben los gobiernos municipales para invertirlos en otorgarle tranquilidad a la población deben manejarse con estricta disciplina administrativa sin que vuelvan a ser la caja chica que atiende todo menos el propósito designado. Recordemos que este año el Fondo de Aportaciones para la Seguridad Pública dispersó en Sinaloa 320 millones de pesos para proveer de mejores guardianes del orden, profesionalizados y por ende bien equipados y remunerados.

    Por un lado, el Gobierno del Estado les construye un centro educativo de alto nivel y reconocido en la región, pero al viejo modo que despreciar lo nuestro y apreciar lo ajeno, los munícipes incurren en la sospecha de ir a otros lados a buscar lo que aquí tienen motivados por cuestiones como gastos opacos, moches y negocios chuecos donde nunca debiera haberlos por tratarse de la protección de la vida y los bienes de los sinaloenses. Por donde le busquen, no tienen pretexto para evadir los programas formativos de la Unipol ya que hasta el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública la certificó para aplicar el Programa Rector de Profesionalización.

    Los gobernantes municipales hacen como que no ven el salto que Sinaloa da en la formación de mejores policías, al constituirse la Unipol como eje de políticas públicas esenciales para la paz cimentada en el respeto a la ley. Todo el trabajo que realiza el Rector Óscar Fidel González Mendívil les parece insuficiente a algunos alcaldes como para contratar por su cuenta los servicios “patito” de capacitación a las corporaciones policiacas. O podría ser que, en lugar de agentes mejor preparados, les sirvan más éstos en condición de ineptos y rezagados.

    Entonces ¿de qué se trata? Los alcaldes no entienden que para que sus policías se ganen la confianza de la sociedad primero ellos como gobernantes deben confiar en la Unipol y en la estrategia de Rocha Moya para que la seguridad pública se restablezca y fortalezca a través de rescatar la credibilidad y el respeto de la fuerza pública. ¿Responderán llegado el momento de fallas y errores de corporaciones policiales municipales que pongan en peligro a la gente?

    Ojalá que recapaciten Estrada Ferreiro, Benítez Torres y Vargas Landeros para que reencaucen en la vía correcta, que es la Unipol, lo concerniente a la profesionalización de sus policías. De no hacerlo así que expliquen ante los órganos internos de control, la Secretaría de Seguridad Pública y la Auditoría Superior del Estado por qué y con beneficio a quién decidieron desviarse de esa ruta.

    Reverso

    Pues a los tres ya les tocaba,

    Porque son de la calle farol,

    Hincarlos sobre dura grava,

    En un rincón de la Unipol.

    Más cínico, imposible

    El Alcalde más negligente de Sinaloa durante la actual pandemia de coronavirus pide ayuda a los empresarios y la población en general “para no volver a vivir esa pesadilla que hemos pasado”. ¡Qué ostentación de cinismo! ¿Ya olvidó sus eventos masivos durante lo peor de la crisis sanitaria? Por lo menos que saque cuentas Luis Guillermo Benítez Torres de cuántas vidas humanas se perdieron en Mazatlán por la desidia con la que él procedió en las tres olas anteriores de la enfermedad Covid-19.