El tiempo corre sin detenerse y nuestro destino camina al parejo, lo único permanente es el cambio.
Los pronósticos, en el ámbito de la economía nacional, son alentadores y con grandes expectativas de crecimiento, pese a los nubarrones que produce la política proteccionista del Presidente Trump, con sus aranceles y sus medidas antiemigrantes. Con relación a los aranceles hay voces, dentro del propio país vecino, que advierten que será el consumidor estadounidense quien terminará pagando el aumento a los productos derivados del acero. La cacería de inmigrantes, por su parte, está enfrentando el rechazo, cada vez con mayor fuerza, de los agricultores de California y otros estados de Norteamérica, que estiman necesario el valioso trabajo de los jornaleros agrícolas para levantar las cosechas; y creemos que esa inconformidad va a ir creciendo puesto que, en el país vecino, son escasos los trabajadores nativos disponibles para laborar en los campos agrícolas.
La falta de mano de obra en la agricultura de Estados Unidos tiende a convertirse en una crisis que, sin duda, obligará al Presidente Trump a reflexionar y modificar su actual política migratoria. La realidad le va a dar una lección y le obligará a bajarle dos rayitas a su racismo. El Gobierno norteamericano tendrá que reconocer que necesita quien haga el trabajo en la agricultura, donde la contribución de los inmigrantes hispanos ha fortalecido tradicionalmente la economía de los Estados Unidos. También, en el sector de la construcción y de servicios, los empleadores requieren mucha mano de obra y son los latinos los que siempre han resuelto las necesidades del trabajo que tienen nuestros vecinos del norte.
Por eso afirmamos, convencidos, que el discurso antimigrante de Donald Trump no tiene futuro y que el Gobierno norteamericano pronto tendrá que encontrar una política migratoria más acorde a su realidad, considerando la demanda de fuerza laboral que requieren sus agricultores, sus empresas de construcción y de servicios. La escasez de trabajadores, en esas y otras importantes áreas, paralizaría y haría decaer la economía doméstica; por ello dicha política migratoria enfrenta la abierta oposición de gobiernos como el de California y otros estados, quienes han anunciado que no acatarán ninguna política persecutoria. Se tienen forzosamente que buscar salidas humanistas, de respeto a los derechos laborales, a esos acuciantes problemas que inciden en la economía del país del norte.
Pasando a otro tema, preocupante en nuestra entidad es lo relativo a la sequía que golpea al campo sinaloense. Para nadie es un secreto que, desde 2023, nuestra entidad viene enfrentando una severa sequía, que ha obligado a los agricultores a reducir sus áreas de cultivos. Por la información que nos ha llegado, deducimos que habrá una baja ostensible en el volumen de la producción de granos en la entidad. Actualmente las presas se encuentran en un promedio del 13 por ciento de su capacidad de almacenamiento (la presa Huites, la más grande de Sinaloa, que riega los fértiles valles de El Fuerte y Choix, actualmente almacena apenas el 2.7 por ciento de su embalse). Ojalá la próxima temporada de lluvias, que se pronostica comenzará a finales del mes de junio, pueda subsanar los estragos de la actual sequía y la agricultura en la entidad se recupere, volviendo a incorporar las 150 mil hectáreas que se han dejado de cultivar estos dos años por falta de agua, y que se disipen los preocupantes pronósticos en la agricultura. Sinaloa y el país entero necesitan recuperar el volumen de producción para seguir siendo el gran granero de México.
Como siempre lo afirmamos, confiamos en el plan que se viene desarrollando en el sector agrícola de México por parte de la Secretaría de Agricultura. Dicho plan contempla reactivar la agricultura, apoyando a los pequeños agricultores con fertilizante y otros insumos agrícolas, que serán de gran utilidad para reactivar la producción en el campo. Como nunca se había hecho por parte del Gobierno, hoy se ve al sector agrícola como esencial para mejorar la producción de granos y asegurar el consumo de los sectores más desprotegidos.
En el campus universitario soplan vientos anunciadores de nuevos tiempos. Es imperativo que empiece a germinar la democracia en su campus, y que la larga noche de 20 años de oscurantismo e intereses caciquiles termine por fin, dando paso a la elección libre de sus cuerpos directivos, a la pluralidad y a la libertad de cátedra, amén de otros asuntos relativos a la democracia que ha de permear la vida de la casa Rosalina. Es necesario que la UAS recupere la esencia de su lema: “Sursum Versus”, para bien de sus estudiantes y docentes, que renazca el espíritu de sus universitarios más preclaros, que siempre soñaron en una juventud sinaloense culta y con un alto sentido social.