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Febrero loco y marzo otro poco, así reza el refrán para referirse al segundo mes del año que estamos iniciando y que para los destinos en los que se rinde tributo al carnaval, la fiesta ya empezó, claro, sin olvidar que justo el día 2 del presente mes que inicia, los afortunados de la rosca de reyes, pagaron su compromiso de poner los tamales para celebrar el Día de la Candelaria, fecha que para el mundo católico significa la purificación de la virgen María, cuarenta días después del parto.
También dicen los historiadores, que nuestros ancestros, el 2/02 celebraban el Atlacahualo, iniciando el riego de sus campos y ofrendando mazorcas de maíz a Tláloc y Chalchiuhtlicue, las divinidades del agua, para que les concedieran buenas cosechas.
Pasando a las efemérides nacionales, hoy 5 de febrero, se recuerda el día de la promulgación de la Constitución mexicana de 1917, la cual, tiene su antecedente inmediato en la de 1857, misma que también fue promulgada un día como hoy.
A propósito de la celebración de un aniversario más de la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos, producto del Congreso Constituyente de 1857, el activista social y filósofo Ricardo Flores Magón, en el año 1903, escribió un editorial en las páginas del periódico El Hijo del Ahuizote, que no ha perdido vigencia. Rescato el siguiente fragmento y ustedes juzguen acerca de su validez actual: “Cuando ha llegado un 5 de febrero más y encuentra entronizada la maldad y prostituido al ciudadano; cuando la justicia ha sido arrojada de su templo por infames mercaderes y sobre la tumba de la Constitución se alza con cinismo una teocracia inaudita ¿Para qué recibir esta fecha, digna de mejor pueblo, con hipócritas muestras de alegría?”
Y para comprobar la actualidad de lo que expresó el oaxaqueño Ricardo Flores Magón, hace la friolera de 120 años, basta con escuchar los discursos que desgranarán hoy, representantes populares y funcionarios públicos ensalzando la importancia de hacer efectivos los dictados de nuestro libro fundamental y la multitud de leyes que reglamentan los supuestos contenidos de las leyes que de ella emanan.
Son los mismos que en un momento determinado de sus carreras en el servicio público, juraron fidelidad de acuerdo al contenido del artículo 87 de nuestra Constitución, en el cual, se establece que el Presidente de la República al asumir su cargo ante el Poder Legislativo, debe expresar las siguientes palabras: “Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión; y si así no lo hiciere que la Nación me lo demande”. Mismo compromiso que con las adecuaciones correspondientes, deben manifestar representantes populares y funcionarios de todos los niveles, al tomar sus encargos.
El juramento citado es de gran profundidad pues pone a prueba la solvencia moral de quienes lo asumen, sin embargo, una gran mayoría de los que juran fidelidad a la nación, envueltos por la embriaguez del poder, lo olvidan rápidamente y terminan por creer que su mandato es la ley suprema, a tal grado, que cuando alguien con la ley en la mano trata de defenderse, le responden: “mire señor, guarde su librito. Aquí la ley soy yo y punto”. O la reprobable expresión presidencial: “A mí no me vengan con ese cuento de que la ley es la ley”.
Somos un país de leyes, pero la falta de respeto hacia las mismas por quienes integran las esferas del poder y la clase política en general, ha provocado que germine y crezca la impunidad, de la cual, mana la corrupción que mantiene atosigado el presente y el futuro del país. ¡Buenos días!