En 1960 se realizaron manifestaciones promovidas por la Asociación de Padres de Familia, principalmente en los estados del norte, empezando por Monterrey, Nuevo León. Fue un membrete, desde aquella época, creado con el exclusivo propósito de oponerse a los libros de texto gratuitos, establecidos por el Presidente Adolfo López Mateos. En realidad esa protesta no tuvo mucho eco, porque el pueblo es mucha pieza para irse con la finta de las fuerzas retrógradas, quienes, en cuanta oportunidad se presenta, salen a la palestra con su postura llena de rabia contra todo lo que se promueve en bien del pueblo.
Recuerdo una magna concentración popular que, en esa época, convocó el Gobernador del Estado, Gabriel Leyva Velázquez, pidiendo a los ciudadanos que se concentraran en esta capital, en apoyo de la noble iniciativa del Presidente López Mateos. En ese tiempo el Palacio del Gobernador estaba por la calle Obregón, donde hoy despacha el Presidente Municipal. Dicha concentración popular fue realmente impresionante, el tumulto de gente cubrió la calle Obregón, desde la Rosales hasta el bulevar Madero. En ese mitin, el General Gabriel Leyva Velázquez dijo, con mucha contundencia: “Estos grupos reaccionarios regiomontanos nos están provocando a que volvamos a las trincheras de la Revolución”.
Recuérdese que el General Gabriel Leyva Velázquez, jovencito, desertó de la Escuela Normal de Maestros y se incorporó a la Revolución de 1910, y combatió en los más importantes hechos de armas hasta el triunfo de Madero. Tenía autoridad moral para pronunciar la frase que señalamos en aquella recordada concentración histórica.
La actitud de la derecha no ha cambiado en el tiempo, sigue con sus mismas prácticas oponiéndose a todo lo que sea en bien del pueblo; esa es su ideología, la cual no cambia un ápice. Sigue, además, con sus mismas estrategias oscurantistas de siempre, oponiéndose a la realización del Art. 3º Constitucional, que garantiza la impartición de la educación “universal, gratuita y laica” para todos los niños mexicanos. Afortunadamente, la ciudadanía conoce el origen de esas falacias que la derecha disemina cada vez que un gobierno progresista toma iniciativas a favor del bienestar de la sociedad, por eso sus falaces lucubraciones no tienen eco fuera de sus elitistas círculos cerrados.
Actualmente, la derecha conservadora repite los mismos sofismas de 1960, siempre inventa infundios que sólo ella se cree; esta vez repite su desgastada cantaleta contra los libros de texto gratuitos, diseñados para grupos escolares de primaria, que han sido elaborados por expertos, con un alto nivel científico y pedagógico y, además, con la colaboración de los maestros de los respectivos grados escolares, con sentido de responsabilidad profesional, como la encomienda lo requería.
La abrumadora mayoría de padres de familia tiene claro que lo que la derecha persigue es, en estos tiempos previos a las elecciones, llevar agua a su molino, pero por medio de una política de la más baja estofa. Por fortuna, los gritos de los conservadores ya no hacen mella en el grueso de la sociedad, sólo tienen eco en los grupos reaccionarios y en sus partidos políticos, agrupados en torno a un llamado frente unido por México. Pero esos partidos políticos están desahuciados por la inmensa mayoría de los ciudadanos, debido a la cola de autoritarismo y corrupción que vienen arrastrando.
En la elección presidencial del 2024, como acertadamente dice la gente, “se van a quedar chiflando en la loma”. La derecha no tiene futuro político en este país, por más escarceos y tormentas en un vaso de agua que hagan, los ciudadanos tienen mucha claridad sobre sus deberes políticos.
Los ciudadanos tienen su conciencia bien definida y la derecha es bien conocida por su desdén a los descamisados, y su más que obvia preferencia por las élites de los potentados. Lo anterior quedó súper demostrado durante el periodo que gobernaron el país, lo dejaron en ruinas. Durante su paso por la administración pública abrazaron la corrupción como su propia panacea, enriqueciendo a esa caterva de políticos. Por contraste, para el pueblo fue una época de penurias, de sufrir atropellos, despojos, fraudes. Entonces, ni volviendo a nacer los ciudadanos les van a dar su sufragio a los prianistas.
El pueblo marcó su línea, e impulsa con toda su fuerza el progreso del país. Tiene plena seguridad en realizar holgadamente sus propósitos cívicos y políticos y alcanzar las metas de bienestar y democracia, votando masivamente a favor de su futuro.