Sixto Osuna en Mosaico, poeta y editor

EL OCTAVO DÍA
    Sixto Osuna, poeta y editor, supo darle la originalidad que sólo la buena pluma y el criterio universal pueden lograr y trascender más allá de cualquier frívolo, fugaz momento.

    A veces un trabajo ocasional, básico o esclavizante de un escritor es, o puede ser, la labor de editor.

    Editor no siempre significa estar al frente de una compañía editorial, sino ser la persona encargada de dar forma y formato a una publicación o serie de publicaciones.

    Es un trabajo celoso del criterio y, también, de un conocimiento técnico del diseño y el sentido artístico y la composición.

    Por algo, dicho oficio ha trascendido al género cinematográfico, donde se reconoce así a la persona que se pone a armar el laberinto de la diferentes tomas para crear una película.

    Cada vez que ustedes ven a la claqueta sonar y a un joven gritar “Escena cinco, toma cuatro”, se está creando una señal para que el editor organice después con tijeras, durex o mouse el proyecto fílmico. (Los franceses le llaman “montaje” y no falta algún cineasta que prefiera ese término para no caer en confusiones).

    Don Sixto Osuna, quien es nuestra versión local del poeta modernista atrapado en su provincia, es dueño de una obra consistente como creador que nos recuerda mucho a la del primer Amado Nervo. También desempeñó ese oficio.

    Era el gran momento de las revistas y el ejemplo panamericano lo puso Rubén Darío con la Revista Azul, cuyos ecos locales fueron Brechas y Bohemia Sinaloense, por mencionar las más literarias.

    Poeta mazatleco de Villa Unión, a la fecha don Sixto es honrado aquí con una rúa que da al malecón de Olas Altas, la antigua calle del Oro. Ya he dicho aquí que un valor agregado del origen de Mazatlán es que muchas de sus calles céntricas tienen nombre de escritores.

    Culiacán cumple ese deber con la calle Jesus G. Andrade, cuya largo y pomposo poema la bautiza con orgullo parnasianista como “La Emperatriz del Humaya”.

    Villa Unión recuerda aún a don Sixto con la sociedad mutualista que lleva su nombre y que fue un organismo gremial de gran importancia para la economía de la sindicatura más grande de Mazatlán. Uno de sus descendientes más ilustres y orgullosos es el señor Manuel Sánchez, restaurantero exitoso más conocido por el nombre El Cuchupetas.

    Aunque Sixto Osuna no nos dejó un gran poema capital, tampoco su obra es una serie dispersa y caótica. Tal vez si hubiera legado un poema extenso, otro sitio le darían los custodios de la gloria, más propensos a valorar lo épica aunque fuese exquisitamente fallido. Su prosa era elegante y sin las estridencias del modernismo afrancesado o el casticismo español.

    Más que al poeta, quiero rescatar aquí su labor al frente de la Revista Mosaico, que tuvo gran relevancia en el Mazatlán de 1920 y 1921, poco antes de su muerte. Alguna vez tuve ante mí una compilación de varios números y la persona que me los proporcionó sabía por tradición oral que todo lo que venía sin firma, incluyendo pie de foto o gacetillas, eran redacción de Sixto Osuna.

    Aquí él se desempeñó como director y editor de esta revista mazatleca, que no poco nos decía de nuestra vida cotidiana y el entorno global, ya que no se quedaba en el simple color local que pintaba nuestra aldea. La información a veces es más directa que la de otras publicaciones periodísticas de aquel momento.

    Las portadas eran engalanadas por damas de sociedad de varias ciudades y pueblos sinaloenses y no son raros los apellidos que aún trascienden en esos escenarios.

    Hay notas breves y fotografías de la agencia Underwood y Underwood de diferentes puntos del globo. Una actriz del cine mudo que se presenta al jurado para formalizar su divorcio; el momento en que un sultán con la mano extendida decreta la muerte de un esclavo arrodillado ante su trono; los pudorosos trajes de baño que ya se ven en los Estados Unidos, aunque tan sólo remarcan la silueta.

    También la publicidad es muy de la época, ilustrada en la oferta de pastillas para engordar con la noticia de “¡Oiga, señorita, no se ponga vieja antes de tiempo!”. Otro objeto muy publicitado era un aparato para corregir la nariz que más parecía instrumento de tortura. Negocios locales fieles eran la zapatería La perla del pacífico y la fábrica de cigarros El Dios del Amor, de Angela Montero e hijos. No faltaban ahí además la publicidad de la casa de Elorza, Melchers Sucesores, Mendia y F. Whorting. Y otro anuncio permanente encarecía a que “Al visitar a nuestros anunciantes, por favor no deje de mencionar MOSAICO”

    Otra nota peculiar informa de que se va a llevar a cabo en Jersey City la pelea entre el campeón del mundo francés, Georges Charpentier, la “Orquídea del ring”, contra el norteamericano Jack Dempsey. Los resultados podrán saberse round por round a mediodía del domingo en las oficinas del telégrafo. (Cuando leí esta nota era el gran momento del pago por evento para ver las peleas de Julio César Chávez).

    Otras cosas en que no había cambiado Mazatlán eran denunciadas con caricaturas alusivas a los tacos del mercado y al gran charco que se hacía enfrente de dicho coloso de acero. También vemos un concurso para hacer un eslogan o lema para la cerveza regional y no faltaban otras caricaturas muy realistas de personajes locales. Lo único lamentable es el comentario negativo hacia los inmigrantes chinos; triste eco de las absurdas ideas de la época.

    Vemos fotos de los funerales de Severo Montero y un señor Maxemín, con foto de los cuerpos velados en su cama junto a fastuosos túmulos de flores. En el último caso viene un boceto a lápiz de su asesino tomado en la cárcel municipal.

    Mosaico era muy parecida, hasta en el diseño, a Vida Moderna, otra revista similar de circulación nacional. No sabemos si ese sería el formato habitual o aquí solo la replicaban. El máximo atractivo eran las fotografías impresas, algo no muy común aún.

    Ese principio ya lo trabajaban Enrique González Martínez y Esteban Flores en la revista Pegaso, típico magazine que incluía notas del transcurso de la guerra en Europa, noticias sobre acontecimientos deportivos, con énfasis en los elegantes hipódromos, las carreras de bólidos, vida social, mucha publicidad y nada de editoriales combativas. Muy orientadas ambas hacia las andanzas de las clases altas y medias... cosa que no les molestaba leer a las otras clases excluidas.

    Son los albores de los 20 o los 20. Genaro Estrada escribe Pero Galín, hablando de ese agringamiento vulgar de la vida en México. Otro de sus ejemplos seguramente era la muy neoyorquina revista Vogue. Pero más allá de eso, Sixto Osuna, poeta y editor, supo darle la originalidad que sólo la buena pluma y el criterio universal pueden lograr y trascender más allá de cualquier frívolo, fugaz momento.

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