Sinaloa sin luz: CFE, de mal en peor
¿Y el plan antiapagones de Rocha?

OBSERVATORIO
    Cada vez que la luz se va con ella escapa la confianza en que las autoridades e instituciones estén diseñadas para la satisfacción total de los requerimientos ciudadanos básicos.

    Los cortes en el servicio de energía eléctrica en ciudades y comunidades de Sinaloa están convirtiéndose en uno de los principales motivos de inconformidad, porque el desamparo en que se deja a los usuarios va desde la ausencia de respuestas hasta apagones que cada vez son por más tiempo. Además, se engaña a la población al utilizar como justificación el tema de la sequía cuando en realidad las fallas ocurren por la baja inversión en las áreas de generación, transformación, distribución e infraestructura de electricidad.

    Adjunto al enojo de los afectados siempre viene la solicitud a que el Gobernador Rubén Rocha Moya intervenga ante la Comisión Federal de Electricidad para que eficiente la atención y dé la cara sin parapetarse detrás de sistemas automatizados que irritan en vez de resolver. Tal vez el enojo fuera menor si en lugar del silencio que incita al disgusto, la empresa paraestatal realizara campañas de concientización sobre el fondo del problema.

    Cada vez que la luz se va con ella escapa la confianza en que las autoridades e instituciones estén diseñadas para la satisfacción total de los requerimientos ciudadanos básicos. Los hijos pequeños cuya ventilación la improvisan los padres con pedazos de cartón; los enfermos expuestos a la deshidratación para colmo de los males; la despensa de perecederos que sin refrigeración se agrega a las pérdidas. Todo junto en la penumbra donde cada minuto parece ser una hora.

    No se vale que a la menor llovizna o ventisca, y a veces sin éstas, el fluido eléctrico desaparezca y que varias horas después lleguen las brigadas de reparación a parapetar sin atender las circunstancias que ocasionan las anomalías. Árboles interfiriendo con el cableado, transformadores con la vida útil al límite, postes que se resisten a mantenerse de pie, cuchillas caídas y toda esa parafernalia del descuido.

    Y aparte de pérdidas económicas, afectaciones a la salud y noches en vela también está la privación de un bien de primera necesidad lo cual constituye delito según tratados internacionales, aunque la autoridad reguladora, la Procuraduría Federal del Consumidor, sea demasiado insensible y poco eficiente al momento de recibir quejas y denuncias que se atoran en el bucle de complicidades donde los clientes son ignorados y los proveedores imponen sus alegatos de impunidad.

    Es aquí cuando la CFE mediante la voz en off de las contestadoras automáticas o el pretexto de sus técnicos le echan la culpa al estiaje que se convierte en el responsable de cuanto daño se le cause a la población. El subterfugio de la sequía lo encubre todo, entre otras cosas el hecho de que de los 232 objetivos del Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional 2023-2037 solamente se han alcanzado alrededor de diez.

    Aún si estuvieran las presas llenas y funcionaran a todo vapor las turbinas de las hidroeléctricas, el servicio eléctrico sería igual de inoperante. Esto se debe a que el proyecto de generación de 8 mil 858 megawatts que desarrolla la CFE debería de estar listo a finales de 2024, pero en su más reciente estimación el Prodesen postergó el logro de dicha meta a los próximos cuatro años, lo que significa que los apagones ni siquiera se deben al crecimiento en la demanda de electricidad como se les quiera hacer creer a los consumidores, mucho menos a la sequía que aún no se manifiesta en sus peores niveles.

    Frente a tal panorama, la gestión del Gobernador Rocha Moya debe darse en dos vertientes: una tiene que ser de corto plazo para solucionar lo inmediato con la suficiente capacidad de la CFE para reactivar el servicio de manera más rápida y eliminando las condiciones que ocasionan las interrupciones frecuentes; la segunda consiste en meter a Sinaloa en los planes de futuro que plantean asegurar a los mexicanos el acceso universal a la electricidad, a precios accesibles, y garantizar el suministro a todos los sectores productivos de la economía, con el objetivo de lograr la igualdad social y reducir las brechas de desarrollo.

    Con ambos ejes de acción acabaría el actual suplicio de Sinaloa al pasar la gente noches en vela esperando a que la CFE cumpla con su autoclasificación de empresa de clase mundial, terrible aguardo en el que no valen las excusas porque el control lo toman la desesperación e impotencia. Y aparte quedaría desactivada la bomba de tiempo que se fragua cada vez que los ventiladores y los aires acondicionados se apagan y el calor invoca a todos los diablos de la animadversión.

    Someter a las familias sinaloenses a cortes en el suministro de electricidad durante horas, cuando las temperaturas rozan o rebasan los 40 grados centígrados, configura violación al derecho humano a una vida digna e instala la exigencia de que el Gobierno del Estado intervenga en defensa de los ciudadanos con el planteamiento enérgico de eficacia para hoy y certidumbre a largo plazo.

    Reverso

    No permita Dios la pesadilla,

    Que a cualquiera lo vuelve loco,

    Cuando se nos apaga el foco,

    Y la CFE por su ausencia brilla.

    Tiempos de creatividad

    Hay algunas ideas en diferentes regiones del mundo que Sinaloa podría implementar para mitigar al mismo tiempo la sequía y el déficit de electricidad. Por ejemplo, recubrir los canales de los distritos de riego con paneles solares impide la evaporación que se “chupa” hasta el dos por ciento del vital elemento, y aporta a atender la demanda de energía eléctrica pues cada metro cuadrado de celdas solares proporciona de 60 a 150 kilovatios pico. Esto es para que el mañana no nos pille de brazos cruzados y refunfuñando porque se nos acaba el agua y se nos va la luz. ¿Podría orientar al respecto la Coordinación General para el Fomento a la Investigación Científica y la Innovación del Estado de Sinaloa?

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