@RonaldoGonVa
Lo confieso: cuando conocí la decisión de Rubén Rocha de aceptar la invitación de AMLO para encabezar la fórmula de candidatos a la senaduría por Morena (ahora en esa extraña coalición llamada “Juntos haremos historia”), mi primera reacción fue de escepticismo. Al paso de las semanas y los meses, sin embargo, esa impresión ha ido cambiando.
El hecho de que, con todo el pragmatismo que usted quiera, AMLO haya sumado a sus filas a cada vez más tirios y troyanos, conservadores y “progres” en una rarísima mezcla, ha provocado la crítica de no pocos comentócratas e intelectuales, algunos de ellos tan respetados como Jesús Silva Herzog; pero hay que reconocer que la estrategia le ha funcionado. No creo que, después de su larga andadura política, López Obrador cometa los errores que antes le costaron dolorosas derrotas.
AMLO, pues, no se ha desinflado, ni tiene visos de hacerlo, salvo que el PRI y el PAN, de acuerdo con el curso de los acontecimientos, convengan en algún momento el encauzamiento del “voto útil” hacia uno de sus candidatos a la Presidencia. No es imposible que eso ocurra, aunque, aun así, el pronóstico seguiría siendo reservado.
Además de lo que la mercadotecnia electoral, la imagología y el peso del aparato puedan hacer por Meade en la campaña, el PRI tiene de dos sopas: o le entra a los recursos desesperados de posicionamiento público que, según vemos, está ensayando ya en la Ciudad de México con Mikel Arriola, o se arremanga la camisa para hacer un trabajo de tierra muy intenso yendo a las comunidades y las colonias populares, caso por caso, y hablando a la gente de sus problemas, ofreciendo gestión, trabajo y resultados. Lo que el PRI necesita es una campaña que genere una expectativa concreta de inclusión en los servicios públicos, el empleo, el equipamiento urbano, la salud y la educación.
Es aquí, en el piso local, con el activismo razonado y muy desplegado de sus candidatos a las presidencias municipales y las diputaciones, donde el PRI puede levantar. Que este impulso regional le alcance para empujar en lo nacional, no está tan claro. Es posible que así pueda suceder, pero eso dependerá de que se articule una estrategia desde lo local a lo nacional, y eso, por muchas razones que van desde los insuficientes amarres hasta la falta de visión, no resulta nada sencillo.
Entre tanto, lo que las últimas encuestas señalan es que el efecto López Obrador está impactando, por lo menos, en las candidaturas directamente ligadas a la de él mismo como presidenciable, es decir, las senadurías. Más allá de lo simbólico, la gente votará en el mismo paquete en las boletas para Presidente, senadores y diputados federales. El voto cruzado, entonces, podrá presentarse con más frecuencia en el caso de los aspirantes en las elecciones locales concurrentes que en la federal.
Y ahí tenemos el caso de Sinaloa, en donde, de acuerdo con la encuesta de encuestas Massive Caller (que tiene un historial reciente pero de gran porcentaje de certeza en los comicios de 2016 y 2017), publicada el 1 de febrero, la coalición “Juntos haremos historia” que encabeza Morena, obtendría el 29.39 por ciento de la votación para senadores; con 19.16 se ubicaría en segundo lugar la alianza “Todos por México” con el PRI como principal fuerza; y en tercer lugar “Por México al Frente”, con PAS y PAN a la cabeza, sumando un 15.74 por ciento (información y descarga de la app en twitter @MassiveCaller o en su página massivecaller.com).
Falta mucho camino por recorrer, todavía no conocemos los alcances de la candidatura independiente de Manuel Clouthier, pero por lo pronto, como me la pongan, este es un inesperado hándicap para la fórmula morenista que encabeza Rubén Rocha.