Tengo más de 20 años gritando a nivel nacional e internacional el riesgo real que significa para la democracia mexicana el narcotráfico y la narcopolítica.
También he denunciado la infiltración del crimen organizado en las instituciones del Estado mexicano porque se han entendido a la perfección la corrupción organizada y el crimen organizado, ya que las dos son mafias.
He sostenido la idea de que no existe crimen organizado sin apoyo institucional. Es por ello que las mafias viven del sistema político corrupto por lo que es el tipo de Estado lo que genera un tipo de crimen organizado, y no al revés.
Hoy sabemos con claridad que el narco ha infiltrado al Ejército, al Poder Ejecutivo federal, a muchos gobiernos estatales y municipales incluyendo sus policías, los poderes legislativos y cabildos, tienen comprados fiscales federales y estatales, y por supuesto jueces.
Esta es la fuerza del crimen organizado que se sustenta en la corrupción que le permite la colusión estatal. Por eso decimos que no hay mafia que perdure sin la complicidad política.
Las mafias tienen poder económico (riqueza), político (autoridad), y militar (armas), por lo que la violencia es su fuente de poder. Por eso buscan la privatización del poder a través de su máxima “plata o plomo”. El comisario Gayraud en su libro el G-9 de las mafias en el mundo nos dice: “una mafia da órdenes, no las recibe”.
El hecho de que Ismael “El mayo” Zambada pudiera evadirse de la justicia por tantos años es signo inequívoco de su poder político, económico y militar que le permitió ejercer el control absoluto sobre el territorio sinaloense. El dominio de Sinaloa era su anclaje, su espacio vital: de manera que la actual violencia es síntoma de la inestabilidad que genera la disputa por el poder territorial entre los grupos criminales.
La detención de “El Mayo” Zambada, el capo de capos, ha generado un vacío de poder en Sinaloa, y esto desató un pleito como el de “primos por la herencia”, ya que poco los une, no hay respeto entre ellos, y se consideran con el mismo derecho los dos grupos a ejercer el poder. A lo anterior hay que agregarle que algunos miembros sienten que existen agravios del pasado que deben vengarse.
La lucha es por Culiacán, el centro del territorio, ya que como dicen los italianos “desde siempre, quien dirige Palermo, dirige la isla (Sicilia)... y también más allá”. Por eso ambos grupos, los chapitos y los mayitos, saben que quien controle Culiacán, controlará Sinaloa y más allá.
Aun así, el conflicto interno que se generó por el vacío de poder en el Cártel de Sinaloa es una gran oportunidad para el Estado mexicano. Recordemos que no sólo se disputan el territorio las facciones criminales, sino que el Estado mismo se encuentra ante un conflicto de soberanía sobre un mismo territorio. Esto abre la gran oportunidad de que el Gobierno se proponga retomar el control de la soberanía sobre Sinaloa.
Esto deberá hacerse con honestidad, decisión, inteligencia, estrategia y táctica; y deberá combatirse la corrupción institucional que da sustento a las mafias, la narcopolítica, las finanzas criminales a través del combate al lavado de dinero, y el poder militar y territorial de las bandas mafiosas. todo esto deberá hacerse pronto porque esta oportunidad no durará mucho tiempo.
-