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"Desde la Calle"

"Sinaloa está de moda"

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DESDE LA CALLE
26/04/2019 18:25

     
     
     
    Por razones académicas y personales he estado viviendo por casi un año en la ciudad de Querétaro, en un barrio habitado principalmente por migrantes de otros estados y también de otros países. Aunque estoy a más de mil kilómetros de Culiacán, debo decir que no me siento tan fuera de casa, puesto que a diario encuentro expresiones de la cultura sinaloense que ahora son muy populares por todo el bajío. Abundan los restaurantes, que siempre están llenos, bares donde ofrecen música de banda, e incluso encuentro cierta simpatía por nuestro acento (a veces lo exagero en clase para hacer sonreír a los estudiantes de licenciatura).
     
    Sinaloa se ha puesto de moda desde hace varios años. Blas Valenzuela ya lo documentaba una década atrás a través de su estudio de economías étnicas en Los Ángeles, California: la gastronomía y ciertas costumbres sinaloenses se han popularizado en otras ciudades dentro y fuera del país.
     
    A los puristas les gustaría pensar que se ha vuelto muy notoria la banda sinfónica, la alta cocina o platillos tradicionales como los tamales barbones, pero la realidad es distinta: es la cultura popular, pero la de las nuevas generaciones, la que parece estar tomando una aceptación casi masiva. No voy a profundizar aquí en las razones. 
     
    Estimado lector, creo que en este momento estás pensando en la narcocultura, y en cómo las series de televisión y la música han contribuido a su difusión. Y tienes razón: los gustos extravagantes y suntuosos, ciertas expresiones al hablar, y algunos de los valores de las nuevas generaciones derivan del estilo de vida de los narcotraficantes. La cultura del narcotráfico ha permeado de tal forma que se ha convertido en parte de la identidad sinaloense. Ahora casi nos parece difícil identificar entre los jóvenes en los espacios populares símbolos sinaloenses propios que no representen en alguna forma a ese estilo de vida. Como argumentan David Moreno y Juan Burgos (2009), la narcocultura en Sinaloa también está presente entre aquellos que no participan de esa actividad.
     
    En los últimos días la reflexión sobre la identidad de la mujer joven de Culiacán, la culichi de pie, se encendió en las redes sociales gracias a una chica que se dedica a hacer parodias. En su canal de YouTube presentó un video mostrando rasgos de lo que ella considera es la mujer en nuestra ciudad: extravagante, fiestera, de gusto por el peligro... aunque aclara, “sin perder la cabeza”. Minutos más tarde el video ya se había viralizado con comentarios tanto de crítica como de apoyo. Más allá de la anécdota, el atrevimiento Jiapsi abrió una oportunidad para la discusión y nos permite plantearnos ciertas preguntas sobre la manera en cómo estas generaciones están construyendo una nueva identidad regional. 
     
    Desde la opinión de algunos, este tipo de productos culturales refuerzan un estereotipo que nos aleja de la paz. Para otros, es una manifestación pública de la vida de los jóvenes, de su realidad y no podemos cegarnos ante ella. 
     
    Desde mi parecer, la censura nos negaría oportunidades. Habrá que escuchar con atención y comprender las motivaciones y el mensaje. Mientras tanto, aspiramos a construir formas identitarias donde no se nieguen ni se excluyan las expresiones de los jóvenes, porque, como me comparte Alberto Solian (y me tomo el permiso de citarlo) “deseamos un Sinaloa en paz, cálido y generoso, con música de banda de fondo y su deliciosa gastronomía, que nos incluya a todos y podamos compartirlo todo civilizadamente”. 
     
     

    El asunto es cómo convivir con estructuras regionales basadas en el poder del narco, al mismo tiempo que construimos voluntades y comportamientos diferentes. No es una tarea fácil.