Siete días después, el PAN simula calma. Ni azules ni serenas sus aguas en Sinaloa

OBSERVATORIO
    Con o sin reconocimiento de las instancias calificadoras del PAN, el veredicto de la militancia resulta salpicado por la suspicacia y demuestra que, aun con todas las complicaciones internas que lo debilitan como opción electoral, el partido albiazul decide avanzar en la ancha brecha del descrédito pudiendo optar por la angosta vereda de la credibilidad que lo encaminaría a recuperar la confianza de los sinaloenses. Y lo más grave, insistimos, es que el extravío sucede en la etapa crucial cuando más se le requiere en la función de contrapeso político.

    A una semana cumplida ayer de la elección interna marcada por la violencia, el Partido Acción Nacional está encaminándose en Sinaloa hacia la normalización del intrigante proceso donde la mayoría eligió a Roxana Rubio Valdez como dirigente estatal, pero cubierto el resultado por un manto de sombras que entre más días transcurren mayores son las tenebrosidades fincadas en la conjetura de la narcopolítica. El silencio y la tardanza en los órganos panistas que dirimen estas cuestiones podrían darle carta de legitimidad no a quien ganó la contienda sino a los modos intimidantes que intervinieron.

    El esquema que opera para convertir lo delictuoso en consuetudinario está intacto. Dejar que los hechos ilegítimos transcurran hasta que el tiempo los desplace de la sospecha pública y a los días actuar como si nada hubiese pasado. Al permitir que la capacidad ciudadana de asombro resulte desvanecida por el olvido ni caso tiene que las instituciones habilitadas para el Estado de derecho actúen para restablecer el principio de legalidad.

    De esta forma se tienden a normalizar situaciones de abierta injerencia criminal en áreas donde resulta esencial el apego a la ley. Hace algunas semanas los sinaloenses presenciamos el asalto que la delincuencia cometió contra la elección constitucional; ahora testificamos que el germen de la trasgresión mediante las armas se siembra en las organizaciones partidistas para reincidir en el ataque a cualquier atisbo de democracia.

    En el turno del PAN violentado, los organizadores de la elección intramuros han confirmado la ventaja que obtuvo Roxana Rubio, con 1,952 votos en total, contra 1,499 de Verónica Montaño, aunque el centro de la desconfianza no está en quién ganó la mayoría de apoyos de la militancia porque antes habría que resolver cómo se obtuvo tal victoria al existir la cortina de acusaciones, denuncias e impugnaciones que al no ser despejadas una semana después remarcan demasiadas dudas juntas que configuran descomunales desconfianzas.

    En su recurso de inconformidad interpuesto el 24 de diciembre ante la Comisión Organizadora de la elección panista, Verónica Montaño considera que la jornada se vio manchada “pues lo que parecía ser un proceso con lo cual en Sinaloa se tendría una recuperación en la esfera política y una franca recuperación en la credibilidad ante la ciudadanía, esto por ser una contienda entre dos mujeres, no fue así, ni de asomo siquiera, debido a que la mañana del domingo 19 de diciembre nuestro compañero militante panista y actual diputado local en el Congreso del Estado de Sinaloa, fue privado de su libertad por un grupo armado que llegó hasta su domicilio en la ciudad de Culiacán para ser levantado y amenazado... unos sujetos desconocidos y encapuchados le reventaron puertas, chapas y ventanas para ingresar al interior de su domicilio, por él, a la fuerza, situación que le impidió salir a emitir su voto en estas elecciones internas”.

    Un día después, el 25 de diciembre, la otra participante, Roxana Rubio, denunció el extravío de los paquetes electorales de los centros de votación de San Ignacio, Cosalá y Elota, lo cual ocurrió el día de la elección interna durante el traslado de éstos rumbo a la sede de la Comisión Estatal Organizadora para su recepción, lo cual generó que dicho órgano no contabilizara 134 votos a su favor que se suman a los que la acreditan como ganadora de la contienda panista.

    Con o sin reconocimiento de las instancias calificadoras del PAN, el veredicto de la militancia resulta salpicado por la suspicacia y demuestra que, aun con todas las complicaciones internas que lo debilitan como opción electoral, el partido albiazul decide avanzar en la ancha brecha del descrédito pudiendo optar por la angosta vereda de la credibilidad que lo encaminaría a recuperar la confianza de los sinaloenses. Y lo más grave, insistimos, es que el extravío sucede en la etapa crucial cuando más se le requiere en la función de contrapeso político.

    Al parecer los supuestos hechos violentos que afectaron a Adolfo Beltrán Corrales no son los únicos ya que presumiblemente existió la operación concertada para sembrar el miedo en la militancia panista para arredrar la participación en la jornada interna. ¿Qué tanta violencia enturbió aquello que en la víspera se veía como un simple día de democracia doméstica? ¿Quién la fomentó y quiénes la perpetraron? En caso de no haber respuestas, tampoco habrá legitimidad para el nuevo Comité Directivo Estatal del PAN.

    Y es aquí donde estará a prueba la disposición de las instancias de orden y disciplina del PAN estatal y nacional para restituir los fundamentos estatutarios y del derecho en general a través de investigar qué es verdad y qué es marrullería tribal, con el obligado final de sanción ejemplar a los que resulten responsables de poner a Acción Nacional en la boca de todos otra vez con el desprestigio y el escándalo por delante. Las denuncias ante las fiscalías de Sinaloa y de México serán esenciales para hallarle las puntas a las dos madejas de intereses en conflicto.

    Reverso

    Les urge hoy a los panistas,

    Superar la crisis añil,

    Encontrándole las aristas,

    A esta democracia vil.

    Con la misma piedra

    Quizás el PAN se acerque en Sinaloa a una situación de desconfianza equivalente a la que vivió cuando se supo que la Diputada local Lucero Guadalupe Sánchez López, a quien Acción Nacional llevó al Congreso del Estado en la elección de 2013 en alianza con los partidos Sinaloense y del Trabajo, había acudido el 4 de septiembre de 2014 a visitar a Joaquín “El Chapo” Guzmán cuando el jefe del Cártel de Sinaloa se hallaba preso en el penal del Altiplano. La similitud estaría, sobre todo, en la estrategia panista para dar por cerrado ese capítulo y en terquedad de la memoria social para mantenerlo abierto como referente de la amalgama de crimen y política.