Esta exclamación brota continuamente de nuestros labios, cuando nos damos cuenta de que no aprovechamos una oportunidad que se nos presentó como anillo al dedo: “si supiera”, o “si hubiera sabido”, aunque también es común decir: “el hubiera no existe”.
Sí, el hubiera no existe, pero cuántas veces lamentamos no haber actuado en el momento adecuado o pronunciado la palabra oportuna; de haberlo hecho, certificamos que las cosas habrían sido de otra manera. Por lo menos, no lamentaríamos el no haber actuado de otra forma; sobre todo, cuando las consecuencias son dramáticas y caemos en la cuenta de que ya todo es irremediable.
Gabriel García Márquez, quien habría cumplido 97 años el pasado 6 de marzo, escribió un pequeño poema sobre esta debatida temática, titulado: “Si supiera”. Mencionó que, si comprendiéramos que es posible que ya no podamos volver a ver a una persona querida, definitivamente que obraríamos de manera totalmente diversa, pues el arrepentimiento podría hacer fácil presa de nosotros:
“Si supiera que esta fuese la última vez que te veo salir por esa puerta, te daría un abrazo, un beso, te llamaría de nuevo para darte más...
“Si supiera que esta fuera la última vez que voy a oír tu voz grabaría cada una de tus palabras para poder oírlas una y otra vez indefinidamente...
“Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo, diría te quiero y no asumiría tontamente que ya lo sabes.
“Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien. Pero, por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré...”
¿Digo las cosas a tiempo y con las palabras adecuadas? ¿Dejo para mañana lo que puedo hacer hoy?