Con la celebración del Domingo de Ramos, la Iglesia Católica comenzó ayer la conmemoración del sacrificio de Jesús en esta Semana Santa, que desembocará en la cruz y culminará en la Resurrección.
Al presidir la misa en la Plaza de la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco, después de reflexionar unos minutos en silencio, suplicó poner en manos de Dios “a la humanidad entera con sus fragilidades, sufrimientos y pobreza”.
No predicó, simplemente invitó a la meditación del texto de la Pasión según el evangelista Marcos. Tal vez, el Papa no pronunció su tradicional sermón debido a los problemas derivados de su estado de salud; sin embargo, no podemos menos de reflexionar que sobran las palabras ante los acontecimientos que está viviendo el mundo entero.
Tengamos presentes a las víctimas y familiares de quienes fallecieron en el sangriento tiroteo en Rusia, así como a quienes continúan padeciendo la guerra. De manera especial, pidamos también por la paz y tranquilidad en Sinaloa, que se ha visto estremecida en los últimos días.
En el Ángelus, el Papa expresó: “Jesús entró en Jerusalén como un Rey humilde y pacífico: ¡abrámosle nuestro corazón! Sólo Él puede librarnos de la enemistad, del odio y de la violencia, porque Él es la misericordia y el perdón de los pecados. Recemos por todos nuestros hermanos y hermanas que sufren a causa de la guerra; de modo especial pienso en la atormentada Ucrania, donde tantas personas se encuentran sin electricidad a causa de los intensos ataques contra las infraestructuras, que, además de causar muerte y sufrimiento, conllevan el riesgo de una catástrofe humanitaria aún mayor. Por favor, no olvidemos a la martirizada Ucrania y pensemos en Gaza, que tanto está sufriendo, y en tantos otros lugares de guerra”.
¿Comparto paz en mi ambiente?
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